Por increíble que parezca, los adolescentes no parecían existir en el cine sino hasta los años 50. Una vez que los jóvenes tuvieron voz en la pantalla, surgieron las high school movies o filmes escolares: el nacimiento del cine adolescente. Por Oliver Fuentes

Como el término nos remite a comedias estudiantiles, las cuales colmaron las carteleras en los años 80, aquí hablaremos de aquellas que tratan a la escuela no como un centro de educación ni como un sitio para el caos, sino como un lugar para madurar.

Un joven para la era macartista

No puede dejar de mencionarse Rebelde sin causa (1955) dentro del cine adolescente. Su trama no gira alrededor de actividades escolares (hay como dos minutos en una escuela en toda la cinta). Pero es importante señalarlo porque es uno de los primeros en llevar a adolescentes como protagonistas o leitmotiv de la trama.

La supuesta rebeldía del protagonista Jim Stark (James Dean) no pasa de ser una actitud apática ante todo lo que le rodea, aunque se da a entender que el joven ya ha tenido problemas por beber de más y pelear. Recién llegada a Los Ángeles, la familia Stark muestra el porqué de la actitud “rebelde” del hijo: el papá es un hombre disminuido por su esposa y por su suegra.

A lo largo de la trama Jim entabla amistad con Platón, un joven rechazado por sus compañeros, y se enfrasca en un pleito con el matón del grupo, el cual muere en una competencia automotriz con Jim el mismo día. Todo acompañado de actitudes y diálogos que distaban mucho del usado por verdaderos adolescentes.

Rebelde… no es un afortunado comienzo para la juventud en el cine, ya que el trasfondo del filme es sumamente conservador y reaccionario: no salgas de la planeación conformista que el sistema ya tiene planeada para ti, sé un hombre macho y recio en casa o tus hijos se saldrán del redil…

Aun con ese arcaico subtexto, la película se convirtió en un parteaguas subversivo de la época, muy probablemente porque la trágica muerte de Dean se dio dos meses antes de su estreno.

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Su personaje, junto con el de Marlon Brando en El salvaje (1953) y la presencia de Elvis Presley en los medios, empezaron a forjar la personalidad del adolescente rebelde ya para la segunda mitad del siglo XX.

Lucha por los derechos civiles

Por otra parte, Sidney Poitier le enseñará a un grupo de muchachos rebeldes lo que significa ser adulto en Al maestro, con cariño (1967). Mark Thackeray es un ingeniero desempleado que, mientras cae algo mejor, se ve obligado a aceptar un empleo de maestro en el colegio de un barrio bajo londinense.

Por supuesto, en plena era de la lucha por los derechos civiles, no será fácil para un maestro de color establecer la disciplina en un grupo de jóvenes blancos. Al fallar los libros y las lecciones, Thackeray decide tomar como tema de sus clases el “si quieres ser tratado como adulto, debes comportarte como tal”.

Así, tras involucrarse en los problemas personales de los alumnos, Thackeray establece un vínculo con ellos, el cual no será roto ni siquiera cuando le llegue la notificación de un empleo como ingeniero. Con Al maestro… queda establecida una especie de fórmula de cómo serán las producciones con maestros/alumnos descarriados en el futuro del celuloide.

El club de los 80

Aunque los años 80 rebosaron de cine adolescente de tramas escolares, en realidad muy pocas se ajustan al parámetro de este artículo, ya que la gran mayoría eran comedias. Pero si una refleja la esencia de la juventud en esa década, es El club de los cinco (1985), donde cinco estudiantes, sin conocerse previamente, deben pasar un sábado en la biblioteca de la escuela como castigo por sus fechorías individuales.

“Un cerebrito, un atleta, una chiflada, una princesa y un criminal”; éstos son los clichés que representan y a lo largo de las nueve horas que durará su detención. Los jóvenes rivalizarán, se enfrentarán y conciliarán diferencias para al final darse cuenta de que bajo sus máscaras todos tienen mucho en común. Sin ayuda de ningún profesor guía, los jóvenes crearán un vínculo profundo y madurarán para convertirse en mejores personas.

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La cinta dirigida por John Hughes es un ícono de la filmografía de la época y logra un mejor retrato de la juventud que lo que hiciera entonces Rebelde sin causa.

Con pocas inconsistencias argumentales, la película es un claro mensaje de que las lecciones de madurez no las imparten necesariamente los maestros ni se aprenden en los salones de clase.

Además, El club… fue uno de los primeros filmes que llamaron la atención hacia el bullying y lo absurdo de etiquetas como “la popular”, “el nerd”, etcétera.

Bailar por los sueños

Fama (1980), de Alan Parker, muestra los cuatro años que dura la carrera en la neoyorquina High School of Performing Arts. Dividida en pequeñas secciones, sigue las vidas de los alumnos a través de viñetas; pero lo que hay que destacar son los apuntes sociales que hace, los cuales pasaron desapercibidos porque la promoción de Fama se centró en lo musical.

Parte del proceso de maduración de los alumnos consiste en terminar la escuela aunque tengan en contra su nivel socioeconómico (no olvidemos que Nueva York, donde se desarrolla la cinta, no se encontraba en su mejor momento a principios de los 80); muy al contrario de otros filmes ochenteros en donde los estudiantes, si bien tenían problemas existenciales, pertenecían a una clase acomodada.

En La sociedad de los poetas muertos (1989), un grupo de estudiantes privilegiados de la Welton Academy, un internado en 1959, tendrán la oportunidad de aprender a ver la vida fuera del riguroso y conservador estatus impuesto por los padres de rancio abolengo y por el mismo colegio; todo gracias al nuevo profesor de literatura, John Keating (Robin Williams).

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Sin embargo, la presencia de Keating, junto con su lema de carpe diem (aprovecha el día), estará muy poco tiempo en pantalla: en realidad él es el catalizador de lo que ocurrirá con los miembros de su clase, como el trágico enfrentamiento que tendrá uno de ellos con su estricto padre para seguir su vocación de actor (o más bien, su no enfrentamiento).

El mensaje final es devastador: no importa cuánto se luche, nunca podrá vencerse al sistema, el cual ataca con todas sus fuerzas a Keating por sus osadas enseñanzas. Sin embargo, siempre quedará para los alumnos, y para el público, ese bello refugio que fue la sociedad de los poetas muertos.

Bienvenido a la era actual del cine adolescente

Las ventajas de ser invisible (2012) es el extraño caso de una novela llevada a la pantalla por su mismo escritor, Stephen Chbosky. Ubicada en 1991, nos muestra a Charlie (Logan Lerman), un joven que acaba de entrar en una preparatoria en Pittsburgh. Ya de por sí de carácter alienado, Charlie está sumido en una fuerte depresión por la reciente muerte de una tía y del suicidio de su mejor amigo.

Pero serán dos alumnos mayores, Sam y Patrick (Emma Watson y Ezra Miller) quienes, siendo ellos también parias del microverso estudiantil, llevarán a Charlie a través de diversas vivencias a aceptar su marginalidad y, por supuesto, a salir de su depresión.

Por su honestidad, el filme va mucho más allá que cualquier otro rito de pasaje en la escuela secundaria. Chbosky conoce sus personajes a fondo y le saca jugo a las interpretaciones de cada actor.

Una muy buena manera de despedir a la visión del ciclo pasado de este subgénero y de darle la bienvenida a lo que los cineastas del nuevo siglo tengan por decir respecto al cine adolescente.

Texto Por Oliver Fuentes / Revista Muy Interesante Abril 2019, No.4

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