Este diálogo desopilante se desarrolla en un mundo que –diría Fontanarrosa- vive equivocado. Un capitalista, buen hombre y sufrido, es explotado por los trabajadores. Y todos los otros capitalistas también, haciendo colas de cuadras para conseguirle empleo a sus capitales.
Hace seis meses, los trabajadores me despidieron. Yo venía invirtiendo mi capital desde hacía más de diez años pero, de un día para otro, contrataron a otro capitalista. Siempre consiguen alguno que acepte una rentabilidad inferior, y por eso los trabajadores nos pagan cada vez menos. Desde que me echaron no consigo empleo para mi capital y, si no encuentro trabajadores que me contraten, ¿cómo voy a vivir? ¿Qué va a ser de mi familia?