Con esos conocimientos, un grupo de investigadores entrenaron a unas cornejas —una especie de cuervo— para identificar distintos números. Les mostraban imágenes con uno, dos, tres, cuatro puntos, o ninguno, mientras les monitorizaban la actividad cerebral. No solo confirmaron lo que ya se sabía —que había ciertas neuronas asociadas a los distintos valores positivos— sino que también había una señal específica para el conjunto vacío. El cero. 

Pero no se quedaron ahí. En una prueba posterior se invitaba a los animales a comparar dos imágenes que mostraban ciertas cantidades, incluyendo el cero, para que ellos indicasen cuándo las cantidades eran las mismas en dichas imágenes. Muchas veces los cuervos acertaban, pero lo verdaderamente significativo era cuando fallaban. Y es que frecuentemente confundían imágenes que mostraban cantidades cercanas —3 y 4, por ejemplo—, pero no sucedía con cantidades claramente distintas —4 y 1, por ejemplo—. Cuando las cornejas se equivocaban con el cero, lo hacían confundiéndolo siempre con el uno. Según los investigadores, esto prueba que los animales reconocen no solo el concepto de cero, sino que tienen una línea numérica mental, en la cual el cero es el valor más pequeño, está junto al uno, y al lado contrario del dos. Como la nuestra.

Pero estas inteligentes aves no son las únicos que pueden comprender el complejo concepto matemático de cero. En el año 2005 se describió por primera vez la capacidad de un animal no primate de reconocer el cero como concepto matemático; se trataba de Alex, un loro gris al que le habían enseñado ela palabra “none” —ninguno en inglés— para que respondiera qué objeto era más grande entre dos objetos idénticos. Alex también lo usaba para indicar ausencia de diferencias en otros rasgos como la forma o el color. Pero, aunque nunca le habían enseñado a usar ese término para indicar la ausencia de objetos, el animal abstrajo la noción de ausencia de diferencias a la ausencia de cantidad

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Por supuesto, como hemos dicho, también hay primates —aparte del ser humano—, como los chimpancés, capaces de distinguir el concepto de cero. En nuestro caso, el de los primates, es una capacidad que parece estar en la zona parietal del neocortex, la capa del cerebro más reciente en nuestra historia evolutiva. Sin embargo, las aves no disponen de esta corteza cerebral, lo que indica que la capacidad de reconocer el valor del conjunto vacío como cantidad numérica ha surgido de forma independiente en los distintos grupos animales, obteniendo un resultado similar. A este fenómeno le llamamos convergencia evolutiva.

La convergencia se expande

Este rasgo parece, efectivamente, haber surgido múltiples veces en la historia de la vida, en animales muy distintos. Pero no solo en aves y en mamíferos. No solo, de hecho, en vertebrados. Entre los invertebrados destacó hace unos años el descubrimiento de que las abejas también tienen la capacidad de comprender el concepto de cero. Hoy sabemos que algunas especies de hormigas también disponen de la noción de la cantidad nula y que, como nosotros y los cuervos, la localizan en el extremo menor de su línea numérica mental.

No sería sorprendente que, a medida que se vaya investigando este tipo de capacidades en más animales, vayan surgiendo nuevos casos. Fuera de los insectos, los cefalópodos, el grupo al que pertenecen las sepias y los pulpos, parecen buenos candidatos para reconocer el valor del cero. Al fin y al cabo, estos fascinantes animales son tan extraordinariamente inteligentes que han demostrado tener incluso la capacidad de previsión y planificación de futuro. 

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Referencias

Aczel, A. (2014). The Origin of the Number Zero. Smithsonian Magazine. https://www.smithsonianmag.com/history/origin-number-zero-180953392/

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