Gracias a un grupo de indígenas de un poblado peruano de la Amazonia, un equipo de biólogos ha podido encontrar en la selva amazónica de Loreto (Perú) este pequeño anfibio, a través del pitido que emite como llamada. La nueva especie, bautizada como rana danta (Synapturanus danta) por su largo hocico similar al tapir mesoamericano, es bastante pequeña, pues no llega al centímetro de largo.

«Estas ranas son realmente difíciles de encontrar, y eso lleva a que no se estudien demasiado», dijo la coautora del estudio Michelle Thompson, investigadora del Field Museum en Chicago. “Es un ejemplo de la diversidad oculta de la Amazonía y es importante documentarlo para comprender cómo funciona el ecosistema local”.

Según los expertos, la forma de su cuerpo y su apariencia general parecen estar perfectamente adaptadas para excavar en los suelos blandos de las turberas amazónicas. Presenta una coloración marrón rojiza que hace que sea fácilmente indistinguible de la propia tierra sobre la que se mueve. Con esta dificultad añadida, esta diminuta rana excavadora pudo localizarse rastreando sus distintivos «pitidos» a través de las turberas y con la ayuda de guías locales.

Los guías que estaban familiarizados con las ranas llevaron a los investigadores a áreas de turberas, humedales alfombrados con césped rico en nutrientes hecho de materia vegetal en descomposición. S. danta se encontró durante un inventario rápido dirigido por científicos del Field Museum, un programa de investigación en el que los científicos pasan unas semanas en una zona del Amazonas.

El equipo buscó de noche, cuando las ranas estaban más activas.

«Parece una caricatura de un tapir, porque tiene un cuerpo grande y rechoncho con una cabeza diminuta y puntiaguda», comenta Thompson. Pero, a pesar de su simpática apariencia, fue muy difícil de encontrar. «Las ranas son pequeñas, del tamaño de una moneda de veinticinco centavos, son como marrones, están bajo tierra y son rápidas. Sabes que estas pequeñas ranas están en algún lugar subterráneo, pero simplemente no las ves saltando«.

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Tras varias noches esperando hasta las 2-3 de la mañana, escucharon una llamada y crearon un cuadrado imaginario de un metro por un metro y empezaron a cavar con sus manos para encontrarlas. Y ahí estaban.

 

 

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