Los resultados revelaron que los cangrejos mostraban «una clara atracción» por los campos electromagnéticos más fuertes, similares a los emitidos por los cables submarinos, y esto afectaba a sus ritmos circadianos y a sus patrones de actividad. Los animales en cuestión se mostraban más aletargados, “como si estuvieran hipnotizados”, y esto podría tener consecuencias en la actividad de migración, búsqueda de alimento y apareamiento de los cangrejos.
“Esta información es esencial para la formulación de políticas, las evaluaciones ambientales y para comprender los impactos del aumento de los campos electromagnéticos antropogénicos en los organismos marinos”, concluyen los autores.