Las colonias de hormigas funcionan como un superorganismo. Es decir, con la hormiga reina produciendo pequeñas obreras que satisfacen sus necesidades y las de sus compañeros. Sin embargo, dentro de este organismo la supervivencia individual a veces supera al bien del grupo, tal y como recoge la investigación. En ocasiones, una colonia de hormigas tiene más de una reina. Varias reinas pueden producir más crías de hormigas obreras, lo que se traduce en más mano de obra y, en consecuencia, en una mayor posibilidad de supervivencia.

Sin embargo, las hormigas reinas no siempre se llevan bien entre ellas. Poco después de que nazcan las hormigas trabajadoras, los pequeños comienzan a sacrificar reinas sobrantes hasta que solo queda una en la colonia. De hecho, a veces mueren todas las reinas. Además, las hormigas trabajadoras son más pequeñas y causan un daño mínimo por sí solas, por lo que deben luchar de manera conjunta.

Las hormigas trabajadoras suelen detenerse cuando solo queda una reina, pero a veces están tan aceleradas que matan a todas. Esto en realidad es un suicidio colectivo, ya que las hormigas trabajadoras suelen ser estériles y necesitan una hormiga reina para transmitir sus genes.

No obstante, según los científicos las hormigas reinas han descubierto una manera de mantenerse en la cima: produciendo menos obreras cuando hay otras reinas. Aun así, las hormigas trabajadoras son capaces de olfatear a las reinas más fértiles (que tienen olores más fuertes) lo que las hace menos propensas a ser ejecutadas.

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