Al principio se pensaba que cada población de ballenas jorobadas interpretaban su propio repertorio de una forma más o menos fiel al original, pero los biólogos han descubierto algo que podríamos bautizar como ‘intercambio musical’: en 2011, y después de una década de grabaciones y estudio del comportamiento de seis poblaciones distintas de ballenas jorobadas en el océano Pacífico, desde Australia hasta la Polinesia francesa, se descubrió que el canto de una población de ballenas del este de Australia empezaba a tararearlo tres años más tarde otra población diferente y muy alejada de ellas, y que había ido pasando gradualmente por las poblaciones intermedias. ¿Pero porqué se ‘copian’ los cantos? Un misterio más.

Por otro lado, en la familia de los rorcuales -la más abundante y diversa de todas, que incluyen a la ballena azul, sei o boreal, bryde y jorobada– nos encontramos con diferentes dialectos: en el Pacífico Este los sonidos se diferencian bastante del de las que viven en la región occidental, y en el Atlántico el repertorio es muy distinto al del Índico. Esto hace que algunos biólogos piensen que estamos ante ‘lenguas’ vivas, que evolucionan y se desarrollan.

Finalmente, a todos estos misterios debemos unir otro que tiene a los científicos sorprendidos: por alguna razón desconocida, en marzo de 2017 un grupo de alrededor de 200 ballenas jorobadas se congregaron frente a la costa sudafricana. Y nadie sabe porqué un animal solitario como ése, que como mucho se junta en grupos de 7 individuos máximo, formó semejante supergrupo.

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