Una de las muchas peculiaridades de los gatos, que más llama la atención es su lengua, cubierta de unas diminutas espinas, denominadas espículas, dirigidas hacia atrás, que causan esa sensación áspera y rasposa cuando lamen a alguien.

Pero no es el único órgano espinoso de los gatos.

Más raro aún resulta su pene. No solo tiene el mismo tipo de espículas, también dirigidas hacia atrás, además, el miembro está soportado por un hueso llamado báculo.

Hay que decir que los felinos no son los únicos mamíferos con espículas en el pene; también se encuentran en muchos otros mamíferos, como hienas, roedores y la mayoría de los primates, incluidos los chimpancés. Los ancestros del ser humano también las tenían, pero las perdieron.

Pero regresemos a los felinos. 

La anatomía del pene de un gato

La anatomía genital externa del gato es bastante extraña. De entrada, su pene no se localiza extendido por el vientre y apuntando hacia delante, como en otros mamíferos –los perros, los caballos, los toros…–. Al contrario, en los gatos, el pene se encuentra completamente oculto dentro del prepucio, que es pequeño y se localiza inmediatamente bajo los testículos, y se orienta hacia atrás.

Cuando se produce la erección entra en juego el báculo, este hueso, largo y fino, rodeado de una potente musculatura, que reorienta el pene para colocarlo hacia delante. El glande, de aspecto cónico y punta redondeada, emerge del prepucio, y ahí es donde se exhiben esas características espículas compuestas de queratina, del mismo componente de las uñas y el pelo de cualquier mamífero, humanos incluidos, y el mismo que compone las espículas de la lengua de los felinos. Dependiendo del ejemplar, puede tener entre 50 y 200 espículas.

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