La cópula del tiburón

La cópula de los condrictios es bastante particular. El macho ancla uno de sus cláspers en la hendidura prepélvica de la hembra, y emplea el otro clásper para transferir su espermatóforo a la cloaca de la hembra. Los canales de los cláspers están conectados con unas estructuras denominadas sifones, sacos de piel situados bajo las aletas pélvicas, que pueden bombear agua de mar a alta presión.

El macho, de este modo, coloca un espermatóforo en la salida de su cloaca, y bombea con el sifón un potente chorro de agua de mar, con el que propulsa el espermatóforo a presión al interior del sistema reproductor de la hembra.

Si la hembra tiene huevos listos para ser fecundados, el esperma se encontrará con ellos en el oviducto. Si no lo están, los espermatozoides se mantendrán vivos a buen recaudo, protegidos por las glándulas nidamentarias. Una vez los huevos son fecundados, se almacenan en los úteros hasta su maduración.

Los huevos de tiburón

Los huevos de los tiburones tienen un aspecto característico e inconfundible, con una cubierta blanda y fibrosa, tienen forma de bolsa, con zarcillos en ambos extremos, muy diferentes de los huevos ovalados de los reptiles o las aves. Con frecuencia se pueden encontrar ya vacíos en las playas; reciben el nombre coloquial de bolsas de sirena.

Las hembras suelen emplear estructuras verticales del entorno, como rocas, algas o corales, para depositar la puesta. Con el huevo asomando por la cloaca, la hembra comienza a nadar en círculos alrededor de la estructura, haciendo que los zarcillos se vayan enredando y adhiriendo a ella. Una vez conseguido, la hembra se aparta para que el huevo salga definitivamente de la cloaca y quede colgado de la estructura. Queda lista para poner el siguiente huevo; generalmente son pares.

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Las estructuras terminan convirtiéndose en grandes masas de huevos, de distintas hembras y en etapas de desarrollo diferentes. Cuando el embrión de su interior ha crecido lo suficiente, —un tiempo que cambia según la especie—, el huevo eclosiona y los pequeños tiburones nacen con vida libre y autónoma, totalmente capaces de nadar y alimentarse por sí mismos.

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