Las palomas supersticiosas

El condicionamiento operante es una forma de estimular conductas deseables y evitar o eliminar aquellas indeseables. A diferencia del condicionamiento clásico pavloviano, que asocia un estímulo con una conducta, el condicionamiento operante trabaja asociando la conducta con sus consecuencias.

Pero en ocasiones, las consecuencias percibidas no siempre son consecuencias reales. Y es precisamente lo que Burrhus F. Skinner descubrió en 1947 en uno de sus experimentos con palomas.

Los animales eran preparados —se les dejaba cierto tiempo sin comer— e introducidos en jaulas experimentales donde no se realizaba ningún tipo de condicionamiento. Tan solo un temporizador de cinco segundos proporcionaba una pequeña cantidad de comida al animal. Sin embargo, con el paso del tiempo, los animales adquirieron un comportamiento específico que no había sido inducido por ningún agente externo.

En su estudio, Skinner expone que una de las palomas daba dos o tres vueltas alrededor de la jaula, siempre en sentido contrario de las agujas del reloj, antes de obtener la comida. Otra metía la cabeza obsesiva y repetidamente en una de las esquinas superiores de la jaula a hasta que veía caer la comida. Otra picoteaba hacia el suelo pero sin llegar a tocarlo, y levantaba de nuevo la cabeza para comprobar si había llegado ya el alimento. Comportamientos distintos en animales diferentes, ninguno de ellos predominantes, pero todos sorprendentes.

El proceso de acondicionamiento sucedía porque cuando la comida llegaba, el animal estaba realizando alguna acción, la que fuera. Y como el estudiante que se aferra a su bolígrafo, la paloma se aferraba a ese comportamiento como si fuese lo que le diera de comer. Asumieron una relación de causa y efecto entre el comportamiento y recibir comida, sin saber que el premio caía igualmente llevasen a cabo su acción o no.

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Y seguían repitiéndolo incluso cuando no funcionaba, cuando no recibían nada. En algunos casos, el animal llegó a repetir hasta diez mil veces el comportamiento antes de comprender que había dejado de funcionar lo que en realidad nunca había funcionado. Y bastaba que de nuevo cayera la comida una o dos veces para que un nuevo comportamiento supersticioso sustituyera al anterior.

Pero si bien el de las palomas es el primer ejemplo riguroso de un comportamiento de superstición animal, hay otro experimento también muy llamativo.

El (falso) experimento de los monos y la escalera

Si hay un ejemplo de experimento ampliamente conocido en el que se analiza la superstición de los animales es el famoso experimento de los monos, la escalera, los plátanos y la manguera.

En una búsqueda rápida de Google con las palabras «monos escalera plátanos» encontramos casi medio millón de resultados. En ellos se explica un experimento que unos científicos, supuestamente, llevaron a cabo con unos cuantos monos. Las versiones varían según quien lo cuente, pero todas las historias tienen el mismo trasfondo.

Un grupo de investigadores puso a cinco monos en una jaula con una escalera. Sobre la escalera colocaron unos plátanos. Cuando uno de los monos subió la escalera para coger el alimento, el resto de los monos recibieron un chorro de agua fría.

La respuesta de los monos fue agresiva contra el intrépido que se había atrevido a subir la escalera. Cada vez que alguno trataba de alcanzar los plátanos, los demás reaccionaban violentamente para evitar que alcanzase su objetivo, evitando con ello el agua fría. Después de un tiempo, ningún mono intentaba coger los plátanos, a pesar de la tentación.

Entonces, uno de los monos es sustituido por otro que nunca había sufrido las desagradables consecuencias. Pero cada vez que el novato, desconocedor del problema de la manguera, trataba de alcanzar los plátanos, el resto de animales se abalanzaba sobre él para impedírselo.

Uno a uno todos los monos fueron sustituidos, hasta que en el grupo resultante no quedaba ningún animal que hubiese recibido el agua fría. Sin embargo, todos perpetuaron el comportamiento violento cuando el mono más reciente de la jaula trataba de subir la escalera para alcanzar los plátanos.

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