La víbora de cabeza de lanza (Bothrops atrox) es una de las serpientes más venenosas de Sudamérica. Mata a sus víctimas (pequeños mamíferos, aves y reptiles) con un veneno que provoca tal nivel de coagulación en la sangre que el organismo se ve imposibilitado para hacer frente creando coágulos y acaba sangrando en exceso y, claro, muriendo. Es lo que se conoce como coagulopatía por consumo.

Sabiendo esto, los científicos extrajeron la molécula reptilasa (o batroxobina) responsable de la coagulación de la sangre. Esta enzima ya se utiliza en las pruebas diagnósticas de laboratorio para medir los niveles de fibrinógeno, una molécula producida en el hígado que nuestro cuerpo convierte para utilizarla en los coágulos sanguíneos.

Basándose en investigaciones anteriores, el equipo añadió la reptilasa a una gelatina metacrilada para convertirla en un adhesivo tisular de acción rápida. La gelatina ya se había mostrado prometedora por su capacidad de control y fijación mediante la luz, pero no era capaz de adherirse bien en presencia de sangre. La adición de reptilasa lo solucionó rápidamente.

«Durante un traumatismo, una lesión o una hemorragia de emergencia, este ‘superpegamento’ puede aplicarse simplemente apretando el tubo y haciendo brillar una luz visible, como un puntero láser, sobre él durante unos segundos. Incluso la linterna de un teléfono inteligente puede servir», explica Kibret Mequanint, bioingeniero de la Universidad de Western y uno de los autores del estudio que se ha publicado en Science Advances.

Al convertir rápidamente el fibrinógeno en fibrina formadora de coágulos, la reptilasa podría sellar las heridas en tan solo 45 segundos, la mitad de tiempo que la mejor opción actual en este campo, el pegamento de fibrina.

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Los investigadores probaron el pegamento en heridas sangrantes importantes, como un corte profundo en la piel y la rotura de la aorta, en ratas. No requirió ninguna sutura adicional ni se eliminó con la sangre.

«Prevemos que este ‘superpegamento’ tisular se utilizará para salvar vidas en el campo de batalla o en otros traumatismos accidentales, como los accidentes de tráfico», afirma Mequanint. «El aplicador también cabe fácilmente en los botiquines de primeros auxilios».

El tratamiento, sin embargo, todavía tiene que someterse a ensayos clínicos antes de llegar a ese punto.

Recientemente se ha hecho pública otra investigación relacionada con el potencial que puede tener el veneno para salvar vidas, más concretamente el de araña para ayudar a personas que han sufrido un ataque al corazón.

La exploración de los venenos de animales «nos permite aprovechar las vastas bibliotecas de péptidos naturales seleccionados por la evolución a lo largo de millones de años para el descubrimiento de pistas terapéuticas», explicó el químico de la Universidad de Viena Markus Muttenthaler, cuyo trabajo ha investigado el uso del veneno de arañas y escorpiones para el alivio del dolor crónico.

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