Desarrollo de la investigación

«La iridiscencia es difícil de estudiar porque el tono que ves depende de la posición del espectador y la dirección de la luz», explicó Amanda Franklin, investigadora que participó en el estudio. «Eso significa que los colores iridiscentes cambian constantemente, por lo que es difícil ver cómo pueden transmitir información confiable”, añadió.

Sin embargo, los colores iridiscentes están muy extendidos en todo el planeta. Por ello, al estudiar cómo detectan los animales la iridiscencia es posible entender mejor cuándo es en realidad una información útil.

«Las señales iridiscentes suelen venir con adaptaciones físicas o con modificaciones de comportamiento que ayudan a los animales a controlar el efecto visual.  Por ejemplo, los colibríes macho controlan con precisión sus vuelos de cortejo para que sus gargantas iridiscentes parezcan de un color rosa brillante para las hembras» aseguró la investigadora.

Así, a través de la evolución, los animales han adaptado microestructuras para producir efectos específicos. De hecho, algunas especies usan microestructuras para controlar el ángulo preciso en el que el tono iridiscente cambia de color. De esta forma, controlan la información que comunican con el color.

Por otro lado, diversos estudios sugieren que los colores iridiscentes son importantes para el cortejo o el camuflaje, pese a que rara vez un estudio analiza cómo ven los animales estas señales llamativas. 

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