Los volcanes que construyen cúpulas, que están frecuentemente activos, se encuentran entre los tipos de volcanes más peligrosos, ya que son conocidos por su actividad explosiva. Este tipo de volcán a menudo entra en erupción primero produciendo silenciosamente una extrusión en forma de cúpula de lava espesa en su cima que es demasiado viscosa para fluir. Cuando finalmente se desestabiliza, se rompe y produce corrientes rápidas de gas caliente, trozos de lava solidificada y ceniza volcánica, llamadas nubes piroclásticas, que fluyen por los lados del volcán a la velocidad de un tren rápido. «Los peligros asociados con ellos pueden ser muy espontáneos y difíciles de predecir», dijo el profesor Thomas Walter, profesor de vulcanología y peligros geológicos en la Universidad de Potsdam en Alemania. «Por eso es tan importante comprender este fenómeno de los domos de lava».

Se sabe poco sobre el comportamiento de los domos de lava, en parte porque no hay muchos datos disponibles. El profesor Walter y sus colegas quieren comprender mejor cómo se forman, si pueden variar significativamente en forma y cómo es su estructura interna. Durante los últimos cinco años, a través de un proyecto llamado VOLCAPSE, han estado utilizando técnicas innovadoras para monitorear los domos de lava utilizando datos de radar de alta resolución capturados por satélites, así como vistas de cerca de cámaras instaladas cerca de volcanes. «Píxel a píxel, pudimos determinar cómo cambió la forma, morfología y estructura de estos domos de lava», dijo el profesor Walter. «Comparamos (las imágenes de la cámara web) con las observaciones de radar por satélite».

 

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Lapso de tiempo

El proyecto se centró en algunos volcanes de construcción de cúpulas como Colima en México, Monte Merapi en Indonesia, Bezymianny en Rusia y Monte Lascar y Lastarria en Chile. En parte, implicó visitarlos e instalar instrumentos como cámaras de lapso de tiempo alimentadas por paneles solares que se podían controlar de forma remota. Si se comenzara a formar una cúpula de lava, por ejemplo, el equipo podría modificar la configuración para capturar imágenes de mayor resolución con más frecuencia. Debido a las grandes altitudes y las duras condiciones climáticas, configurar las cámaras fue más desafiante de lo esperado. «Fue una curva de aprendizaje aguda, pero también de prueba y error, porque nadie podía decirnos qué esperar en estos volcanes, ya que nunca se había hecho antes», dijo el profesor Walter.

Durante sus visitas, el equipo también utilizó drones. Estos volarían sobre un domo de lava y capturarían imágenes de alta resolución desde diferentes perspectivas, que podrían usarse para crear modelos 3D detallados. Los sensores de temperatura y gas de los drones proporcionaron información adicional. El profesor Walter y sus colegas utilizaron los datos para crear simulaciones por computadora, como cómo el crecimiento de los domos de lava cambia de una erupción a otra. Descubrieron que las nuevas cúpulas de lava no siempre se forman en el mismo lugar: una cúpula de lava puede formarse en la cima de un volcán durante una erupción, mientras que la próxima vez se acumula en uno de sus flancos. El equipo estaba desconcertado, ya que un conducto dentro de un volcán trae magma a la superficie durante una erupción, lo que significaría que cambia su orientación entre una erupción y la siguiente. «Eso fue muy sorprendente para nosotros», dijo el profesor Walter.

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