Los sapos de calabaza reciben su nombre por su impresionante coloración naranja, aunque su parecido con las calabazas termina aquí, porque son bastante pequeñitos. Si bien es cierto que todas las ranas venenosas son parecidas y exhiben pocas variaciones genéticas, es curioso que aún sigamos anunciando el descubrimiento de especies únicas que hayan pasado desapercibidas para la ciencia.

La nueva especie de sapo de calabaza fue descubierta en la cordillera sur de Mantiqueira en São Paulo, Brasil. Pertenece al género Brachycephalus, un grupo que ha experimentado algunas dificultades taxonómicas debido al hecho de que sus miembros son morfológica y genéticamente bastante difíciles de diferenciar.

El equipo recolectó 276 muestras de sapo de calabaza que llevaron a su laboratorio para su análisis, incluidas las pruebas de ADN. Aquí apareció la nueva especie.

Cuidado con su aspecto tierno y colorido, pues es una especie altamente venenosa. Ha sido bautizada como Brachycephalus rotenbergae, mide menos de 2 centímetros de largo (los machos adultos miden entre 1,35 y 1,6 cm de largo y las hembras entre 1,6 y 1,8 cm) pero tiene suficiente veneno, transmitido por las glándulas de su piel, para hacer enfermar a un ser humano. Entre sus características más llamativas, también se encuentra que sus placas óseas y su espalda brillan en tonos verdes fluorescentes bajo la luz ultravioleta. ¿Por qué motivo? Los investigadores lo desconocen…

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