Su análisis, basado en modelos climáticos globales de alta resolución, predice que las condiciones en los principales observatorios astronómicos del mundo, como los situados en Hawaii, en las Islas Canarias, en el desierto de Atacama en Chile o en México, Sudáfrica y Australia verán un aumento de la temperatura del aire y de la cantidad de vapor de agua de aquí a 2050. Ambas cosas conllevarán una disminución en el tiempo de observación disponible y en la calidad de dichas observaciones. Los observatorios astronómicos modernos son obras de ingeniería a la vanguardia de la tecnología y han sido diseñados para las condiciones presentes cuando se crearon. Sin embargo, un observatorio astronómico suele tener, como mínimo, décadas de vida operativa. Si las condiciones cambian lo suficiente, el observatorio no podrá adaptarse a ellas y disminuirá la calidad de sus observaciones. No solo el aire empeorará. Una mayor temperatura y humedad también puede llevar a que se cree condensación sobre los espejos que forman el telescopio o a que se sobrecalienten partes clave de su hardware.

Estudios como este escasean en la literatura científica no porque se les haya pasado por alto a los diferentes equipos de investigación, sino porque hasta ahora no eran posibles. Gracias a los modelos climáticos desarrollados durante el proyecto Horizon 2020 PRIMAVERA, que tienen una mayor resolución, se pudieron estudiar en gran detalle las condiciones en distintas localizaciones a lo largo de todo el mundo y con mayor fidelidad. Esto resultaba inviable con los modelos anteriores, más burdos y generales.

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