Las orugas de mariposa, aunque son larvas, alcanzan un tamaño razonablemente grande. Sin embargo, las avispas parasitoides llegan a aprovecharse de insectos muchísimo más pequeños; aunque para lograrlo, ellas deben ser extraordinariamente pequeñas.

De hecho, el insecto más pequeño del mundo, Dicopomorpha echmepterygis, es una avispa parasitoide. El adulto apenas mide un promedio de 180 micras de longitud, más pequeño que algunos protistas unicelulares; el más pequeño jamás encontrado apenas medía 139 micras. 

Estas avispillas diminutas no parasitan adultos o larvas de insecto, sino los huevos;  concretamente, los huevos diminutos de Echmepteryx hageni, un piojo de los libros. El ciclo de vida de este diminuto insecto es realmente extraño. En el interior del huevo parasitado conviven varios machos y una sola hembra; ahí se reproducen, y los machos —que carecen de alas— mueren sin abandonar el huevo. La hembra, alada, emerge entonces del huevo de su víctima, para colonizar nuevos huevos.

Gelis

Ejemplar de Gellis agillis, avispa parásita de otra avispa parásita.(Malcicka et al., 2015).

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