Otros impactos significativos a los que se ve sometida la especie es la expansión del turismo y áreas recreativas en su territorio, y la invasión de su hábitat para la urbanización o la instalación de carreteras, ferrocarriles, campos agrícolas, explotaciones ganaderas o minería.

Se han realizado grandes inversiones para la conservación de los irbis. Entre otras medidas, el establecimiento de áreas protegidas dentro de la zona de distribución, con medidas activas para evitar la caza furtiva e iniciativas para minimizar los conflictos con los pastores, tanto en forma de seguros y subvenciones, como mediante la concienciación social.

La caza furtiva se ha reducido drásticamente con éxito en países de su distribución como Rusia, Tayikistán, Kirguistán y Kazajstán. Entre otras medidas, han optado por reclutar como guardabosques a antiguos furtivos reinsertados, personas que conocen muy bien cómo operan los cazadores.

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