Las cuevas suelen evocarnos normalmente imágenes de murciélagos, estalagmitas y estalactitas de mayor o menor tamaño, elevándose desde suelos y techos en oquedades oscuras y húmedas que parecen no terminar nunca.

Algunas de ellos ostentan hasta récords de longitud, aunque no por ello son las más bonitas. Por ejemplo, en el estado de Kentucky en Estados Unidos nos topamos con la cueva Fisher Ridge o el sistema de cuevas Fisher Ridge que fue descubierto en enero de 1981 por un grupo de espeleólogos de Michigan asociados con la Gruta Urbana de Detroit de la National Speleological Society. Está localizada cerca del Parque Nacional Cueva Colosal (o Mammoth Cave National Park). Esta cueva tiene más de 208 kilómetros de longitud, según la última medición de febrero de 2019 y la datación por carbono de algunos de los hallazgos efectuados en la misma indica que hubo visitantes en la cueva hace casi 3.000 años. Sus primeros visitantes, nativos americanos arcaicos que descubrieron la cueva y la utilizaron para, entre otras cosas, jugar a una especie de ajedrez antiguo tallado en la roca.

Hoy, nos centraremos no en las cuevas más grandes o largas, sino en las que provocarán una sensación sobrecogedora en nosotros debido a su fastuosidad.

Parecerán sacadas de una película, pero estas impresionantes cuevas forman parte de nuestro legado natural y podremos encontrarlas repartidas por lugares remotos del mundo como Asia, América del Norte o Europa.

Unas cuevas formadas durante millones de años en las que el agua, filtrada a través de las grietas de roca caliza, hace que la piedra se disuelva poco a poco, creando toda una suerte de aberturas, túneles y estancias; otras, creadas tras el desgaste gradual del agua del mar o del agua dulce de un lago.

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Si bien es cierto que algunas de estas cuevas están abiertas al público, la mayoría solo es apta para aventureros extremos que deben obtener un permiso por adelantado para sumergirse en ellas pues se necesita experiencia y equipo especial.

Aunque no reunamos estas características, gracias a fotógrafos profesionales y a investigaciones científicas podemos ser capaces de conocer estos lugares misteriosos y fascinantes de nuestro pequeño mundo.

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