¿Qué pruebas tenemos de la endosimbiosis?

Los primeros trabajos que apuntaron a la teoría endosimbiótica como origen de las mitocondrias fueron los de la bióloga estadounidense Lynn Margulis.

Entre las pruebas que confirmaban esta posible explicación estaba el tipo de ribosomas de las mitocondrias, su material genético —propio y distinto del de la célula eucariota en que se encuentra— y su tipo de membranas.

Los ribosomas son pequeños orgánulos que se encargan de la síntesis de proteínas; bacterias y eucariotas tienen ribosomas diferentes. En este sentido, las mitocondrias tienen su propia maquinaria celular y sus ribosomas son de tipo bacteriano, distintos a los de la célula eucariota hospedadora.

Del mismo modo, el ADN mitocondrial está dispuesto en un cromosoma circular, propio de las bacterias, y distinto de los cromosomas lineales de la célula eucariota.

Además, las mitocondrias disponen de una doble membrana, y cada una es distinta. La capa más externa —la que está en contacto con el citoplasma de la célula hospedadora— es del mismo tipo que la membrana celular exterior, pero la interior —la que está en contacto con el citoplasma de la mitocondria— es de tipo bacteriano.

Todas esas pruebas parecían confirmar aquella hipótesis, y gracias a los análisis genéticos, hoy está ampliamente aceptada. De hecho, sabemos que las bacterias que dieron lugar a las mitocondrias fueron α-proteobacterias del grupo Rickettsiales. Se denomina teoría de la endosimbiosis seriada.

El proceso es “seriado”, porque ha sucedido repetidas veces a lo largo de la historia de la vida, y no solo con las mitocondrias, sino con otros orgánulos. Los cloroplastos de las plantas y de muchas algas —las verdes y rojas— tienen el mismo origen bacteriano —con cianobacterias, en este caso—. Y este proceso de endosimbiosis seriada no se detuvo ahí. Algunas algas, como las haptófitas, las euglénidas y los dinoflagelados del género Lepidodinium tienen como endosimbiontes a otras algas, en lo que se denomina endosimbiosis secundaria —una endosimbiosis de organismos ya endosimbióticos—. Y aún de forma más compleja, muchos dinoflagelados y, probablemente, las diatomeas, tienen una endosimbiosis terciaria.

Mirá También: 

Referencias:

Archibald, J. M. 2012. Chapter Three – The Evolution of Algae by Secondary and Tertiary Endosymbiosis. En G. Piganeau (Ed.), Advances in Botanical Research (Vol. 64, pp. 87-118). Academic Press. DOI: 10.1016/B978-0-12-391499-6.00003-7

Emelyanov, V. V. 2001. Evolutionary relationship of Rickettsiae and mitochondria. FEBS Letters, 501(1), 11-18. DOI: 10.1016/S0014-5793(01)02618-7

Karnkowska, A. et al. 2016. A Eukaryote without a Mitochondrial Organelle. Current Biology: CB, 26(10), 1274-1284. DOI: 10.1016/j.cub.2016.03.053

Margulis, L. et al. 1998. Endosymbioses: cyclical and permanent in evolution. Trends in Microbiology, 6(9), 342-345. DOI: 10.1016/S0966-842X(98)01325-0

Mentel, M. et al. 2008. Energy metabolism among eukaryotic anaerobes in light of Proterozoic ocean chemistry. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 363(1504), 2717-2729. DOI: 10.1098/rstb.2008.0031

Whatley, J. M. 1976. Bacteria and Nuclei in Pelomyxa Palustris: Comments on the Theory of Serial Endosymbiosis. The New Phytologist, 76(1), 111-120.

Deja un comentario

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *