Banderas

Aquí vamos a unir los dos puntos anteriores para complicar aún más el asunto. Vivimos en grupo y podemos llegar a ser muy violentos. Además, somos la única especie capaz de pensar (y contarle a otro lo que hemos pensado) en cosas que no existen. Desde que varias familias se unieron para vivir en tribus, nuestras comunidades no han dejado de crecer hasta organizarnos en las sociedades complejas de nuestra actualidad: los estados políticos.

Con nuestro simbolismo hemos dotado de colores, logos, música y líneas ficticias a los países. Y con nuestra educación hemos aprendido a identificar el nuestro, que nos diferencia de los demás. Nuestra violencia es la que nos devuelve al primate territorial que fuimos, pero en una nueva dimensión. De ahí las guerras mundiales con los vecinos por acaparar recursos.

Jerarquía

No habrás visto nunca a un consejo de jirafas debatiendo si atacar o no al enemigo. Ni a una manada de conejos votando al miembro que organizará una trampa para el malvado halcón. Como mucho, los animales que viven en grupo cuentan con un macho alfa (o hembra) y raro será encontrarnos un macho “vice-alfa”. La jerarquía en distintos niveles apareció desde bien temprano entre los seres humanos. ¿Qué pasa con nosotros? Una vez más estamos ente un cambio que nos beneficia. Nuestra explosión demográfica sin parangón en el reino animal posibilitó la jerarquía. Y no solo ayuda a nuestra supervivencia como especie, en este caso también favorece a los individuos de una población tan inmensa como la nuestra. Imagina un ejército sin jerarquía. Otra cosa es el buen hacer o no del que obtiene el poder.

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Sexo cara a cara

Todos los animales tienen alguna forma de practicar sexo. Sabemos que algunas especies tienen sobradamente identificado el placer y van más allá de la cópula, llevando a cabo frotaciones y hasta sexo oral. Pero el ser humano todavía lo ha llevado un paso más lejos.

Hemos diseñado el erotismo. Se diferencia de la sexualidad y el cortejo de las demás especies. Además, por morfología y, quién sabe qué descubrimiento, solo algunos simios y los humanos practicamos sexo cara a cara. Cuando los castellanos que viajaron a América tuvieron sexo con las indígenas por primera vez, cuentan que las sorprendían al girarlas y colocarlas frente a frente, en una posición nueva para ellas. Se desconoce si estamos ante un hecho real o la intención de equiparar a los indígenas con animales. En cualquier caso, la anécdota nos sirve para ilustrar este apartado.

Tecnología punta

Aunque los simios son capaces de utilizar palos y piedras como herramientas, el ser humano es el único animal capaz de modificar la materia prima. Hace unos 2 750 000 años ya guardábamos herramientas de piedra. Caminar sobre dos piernas nos dejó libres unas precisas y prensiles manos. Con nuestra inteligencia pudimos agarrar el mando de un hacha, una aguja para coser y la palanca de una nave espacial. Con nuestro delicado estómago y nuestras frágiles uñas, poco peligro despertaríamos en mitad de la selva. Con un rifle al hombro ya somos otra cosa.

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