En 1960 se hizo público un estudio en la Segunda Reunión Anual de la División de Física del Plasma de la Sociedad Estadounidense de Física donde se dijo que el 5% de la población de mundial ha visto estos relámpagos en forma de bola; un porcentaje similar a la cantidad de gente que ha visto un rayo ordinario a corta distancia. Un aviso: en internet pueden verse muchas fotos de supuestos rayos en bola, pero en realidad son fotografías sobreexpuestas de un relámpago. Es más, hay muchos expertos que apuntan a que ninguna de las fotografías que podemos ver son realmente de un rayo en bola.

Tenemos constancia histórica de que se llevan observando pequeñas bolas de luz brillante que se mueven sobre el suelo y luego se desvanecen desde el tiempo de los griegos. En general lo podemos definir como una bola luminosa de uno a 25 centímetros de diámetro que aproximadamente luce como una lámpara incandescente de 20 vatios.

Generalmente aparece después de un rayo, casi siempre se mueve a una velocidad máxima de unos 10 km/h y flota a un metro del suelo. Lo más llamativo es que se mueve de forma errática cambiando de dirección, y suele ir en sentido contrario a la brisa predominante. Duran en promedio unos 25 segundos, de forma que cuanto más grande es más tiempo permanecen y al contrario, cuanto más luminosa, menos vive. Además, aquellas de color naranja y azul parece que duran más que el resto.

¿Cómo desaparecen? O se apagan silenciosamente o lo hacen con un pequeño estallido. Esto último sucede con más frecuencia en espacios abiertos, a veces causando daños importantes. Es una explosión extraña porque afecta a aquellos objetos que sean conductores de la electricidad: se han dado casos de cajas de conexiones eléctricas que han aparecido en el medio de la calle.

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Eso sí, surgen donde menos te lo esperas, ya sea dentro de las casas o incluso en el interior de aviones (por cierto, allí no son nada peligrosos). Y más fascinante aún: pasan a través de ventanas cerradas sin dañar el cristal. No producen calor aunque hay observaciones de que el ambiente huele a ozono y a óxidos de nitrógeno, y parecen provocar estática en los receptores de radio.

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