Tyrannosaurus rex como cazador

Hablando de los sentidos, otro rasgo que caracterizaba a Tyrannosaurus era una visión binocular muy bien desarrollada. A diferencia de cómo se nos presenta en Jurassic Park, el sentido de la vista de este animal era muy agudo, y eso puede beneficiar a un animal depredador, capaz de calcular distancias. Por supuesto, el eficiente sentido del olfato del Tyrannosaurus también puede ser una gran herramienta para rastrear presas, y no necesariamente cadáveres. Así lo hacen los lobos modernos.

Respecto a los dientes, algunos animales claramente cazadores presentan dientes con la base ancha, como las orcas o los cocodrilos. Es cierto que esa combinación de dientes y musculatura mandibular pueden servir para despedazar huesos, y probablemente se alimentara de ellos; lo cual no significa que fuesen carroñeros. Los lobos también se alimentan de los huesos de sus presas.

Una de las mejores pruebas disponibles para la hipótesis del depredador fue el descubrimiento, en 2013, de un diente de Tyrannosaurus incrustado en una vértebra de hadrosáurido. Este detalle no sería significativo si no fuera porque el animal sobrevivió, y la vértebra se había curado, rodeando el diente perdido con tejido óseo sano. Esto se llegó a presentar como “la prueba definitiva de que Tyrannosaurus era cazador, y no carroñero”.

¿Y si tenía ambos comportamientos?

En biología, raras veces la realidad es blanca o negra. Pocos animales son exclusivamente carroñeros, la mayoría de los cazadores pueden carroñear si encuentran la oportunidad. Por otro lado, hay animales que presentan un comportamiento mixto: cazan las presas que pueden, y roban presas a otros depredadores cuando tienen la ocasión.

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Las hienas son un gran ejemplo de este comportamiento —a diferencia de la creencia popular, las hienas son excelentes depredadoras que combinan el comportamiento carroñero con la caza—. Curiosamente, las hienas presentan dientes de base ancha, mandíbulas fuertes capaces de quebrar huesos, un gran sentido de la vista y del olfato, y comparadas con otros animales de su hábitat, no son las más veloces.

Y esta es, actualmente, la hipótesis más aceptada.

Los Tyrannosaurus jóvenes tenían patas largas y gráciles, que les permitían correr y perseguir a sus presas. La vista y el olfato les ayudaría a encontrar animales que cazar. A medida que crecían en tamaño y peso, la capacidad de correr desaparecía, pero no les impedía atacar a presas lentas y torpes.

Sin embargo, estos animales serían grandes y fuertes, y en algunos casos, con defensas poderosas. No sería extraño que pudieran sobrevivir a los ataques, ni sería raro que los Tyrannosaurus adultos complementasen esa alimentación con carroña robada a otros animales, que encontrarían gracias a su gran sentido del olfato, y de la que se alimentarían, huesos incluidos, gracias a sus poderosas mandíbulas. Al fin y al cabo, pocos carnívoros tendrían el valor de enfrentarse a semejante bestia de seis toneladas de peso.

Probablemente, en su juventud, Tyrannosaurus fuera más depredador que carroñero, y a medida que crecía, adquiría un comportamiento más mixto, hasta que, probablemente en la edad más avanzada, se convirtiera en carroñero con actividades puntuales de caza.

Rererencias:

Bates, K. T. et al. 2012. Estimating maximum bite performance in Tyrannosaurus rex using multi-body dynamics. Biology Letters, 8(4), 660-664. DOI: 10.1098/rsbl.2012.0056

DePalma, R. A. et al. 2013. Physical evidence of predatory behavior in Tyrannosaurus rex. Proceedings of the National Academy of Sciences, 110(31), 12560-12564. DOI: 10.1073/pnas.1216534110

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Hone, D. W. E. et al. 2010. New Information on Scavenging and Selective Feeding Behaviour of Tyrannosaurids. Acta Palaeontologica Polonica, 55(4), 627-634. DOI: 10.4202/app.2009.0133

Sellers, W. I. et al. 2017. Investigating the running abilities of Tyrannosaurus rex using stress-constrained multibody dynamic analysis. PeerJ, 5, e3420. DOI: 10.7717/peerj.3420

Witmer, L. M. et al. 2009. New Insights Into the Brain, Braincase, and Ear Region of Tyrannosaurs (Dinosauria, Theropoda), with Implications for Sensory Organization and Behavior. The Anatomical Record: Advances in Integrative Anatomy and Evolutionary Biology, 292(9), 1266-1296. DOI: 10.1002/ar.20983

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