Actualmente, bajo condiciones ideales, teniendo en cuenta los precios más ajustados de cohetes reutilizables, nos cuesta casi 3 000$ llevar un solo kilogramo de carga a la órbita baja terrestre. Es decir, un solo litro de agua. Llevar esta misma cantidad de agua hasta la Luna costaría más dinero, además de que no necesitaríamos llevar un litro de líquido, sino miles o incluso millones de ellos, poniéndose el precio total en los miles de millones de dólares tan solo para garantizar que los y las colonizadores lunares no se deshidratan.

Por suerte se han descubierto depósitos de hielo de agua sobre la superficie lunar. Ya desde finales del siglo pasado, sondas como Clementine o el Lunar Prospector de la NASA observaron cierta presencia de agua en las regiones polares de nuestro satélite. Sin embargo los instrumentos a bordo de estas sondas empleaban métodos indirectos (observaban neutrones de energías bajas, concretamente), por lo que se tuvo que esperar a confirmaciones posteriores con instrumentos más precisos, como los de la india Chandrayaan-1 o la LCROSS de la NASA, así como del Lunar Reconnaissance Orbiter más recientemente.

La Luna carece de atmósfera (tiene una finísima capa de gases que difícilmente podemos llamar atmósfera), por lo que su superficie está expuesta al vacío del espacio. Esto significará que cualquier agua líquida que pudiera haber, o hielo de agua expuesto directamente al Sol, pasará directamente a estado gaseoso, perdiéndose poco después al espacio, pues la Luna no tiene suficiente gravedad como para mantener una atmósfera. Por tanto, el hielo de agua sólo podría perdurar en el tiempo en aquellas regiones, si las había, a las que la luz del Sol jamás llegue. Estas regiones se descubrió que sólo eran posibles cerca de los polos lunares, más allá de los 80º de latitud. Más tarde se descubrió que efectivamente en estas regiones permanentemente sombreadas había hielo de agua en cantidades considerables.

Mirá También:  El Tyrannosaurus rex podría ser hasta tres especies diferentes

La cifra exacta es difícil de estimar, pues cada nuevo instrumento es capaz de detectar este hielo en mayor cantidad, pero se sabe que como mínimo debería haber varios billones (billones hispanos, es decir, un 1 seguido de doce ceros) de kilogramos de hielo repartidos en las regiones polares del satélite. Todo este hielo tiene probablemente varios orígenes.

Por lo que sabemos, pudo ser parte del material que formó la Luna durante su creación, puede crearse por la interacción de protones transportados por el viento solar que colisionan con átomos de oxígeno de los minerales lunares o incluso puede provenir de la atmósfera terrestre, como propone un artículo publicado recientemente por el Instituto Geofísico de la Universidad de Alaska. Sin embargo, la gran mayoría de ese hielo proviene de meteoritos que impactaron contra la Luna desde que se formó.

Gran parte de los asteroides y cometas que orbitan en las regiones exteriores del sistema solar están formados principalmente por hielo de agua. Sabemos que estos cuerpos han traído agua a nuestro planeta y a nuestro satélite desde que se formaron, hace más de 4 500 millones de años.

Deja un comentario

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *