Las culturas, como los seres vivos, también evolucionan con el tiempo. Tal vez el ejemplo más evidente son los idiomas: si un noble o un campesino castellano del siglo IX ‘aterrizara’ en la España de hoy, tendría graves dificultades para hacerse entender.

En el habla común se producen cambios, alteraciones, ya sea por fallos durante el aprendizaje, por comodidad, por la aparición de nuevos términos, por préstamos con otros idiomas… del mismo modo que en los genes se dan mutaciones, duplicaciones o transferencias horizontales desde otros seres vivos.

Al igual que sucedía con la información genética, estos cambios en la información cultural se ven sometidos a una presión ambiental, producida por la misma sociedad y sus individuos. Algunas variaciones puede que tengan un arraigo temporal y después desaparezcan —hoy casi nadie “mueve el esqueleto” como lo hacían en los años 80—, y otros se fijan en la cultura y se integran, como se integraría un nuevo rasgo adaptativo en una especie. Un ejemplo de este arraigo puede ser, directamente, el mero concepto de ‘meme’.

La técnica para fabricar herramientas

La técnica para fabricar herramientas de sílex es un meme.

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