Los tardígrados han sobrevivido a los cinco eventos de gran extinción masiva del Fanerozoico, sin embargo, los primeros tardígrados de aspecto moderno solo se conocen del Cretácico, hace aproximadamente 80 millones de años. A pesar de su larga historia evolutiva y distribución global, el registro fósil tardígrado es sumamente escaso. Debido a su tamaño microscópico y cuerpo no biomineralizante, la posibilidad de que los tardígrados se fosilicen es pequeña.

Ahora, en un artículo publicado en la revista PNAS se describe un nuevo fósil tardígrado de aspecto moderno que representa un nuevo género y una nueva especie. El estudio utilizó microscopía láser confocal para obtener imágenes de mayor resolución de características anatómicas importantes que ayudan en los análisis filogenéticos para establecer la ubicación taxonómica del fósil.

Bautizado como Paradoryphoribius chronocaribbeus, es el primer fósil que se encuentra incrustado en el ámbar dominicano del Mioceno (hace aproximadamente 16 millones de años) y el primer fósil representativo de la superfamilia de tardígrados Isohypsibioidea.

Problemas para su análisis

«La dificultad de trabajar con este espécimen de ámbar es que es demasiado pequeño para un microscopio de disección, necesitábamos un microscopio especial para ver completamente el fósil», explica Marc A. Mapalo, investigador en la Universidad de Harvard y autor del estudio. Generalmente, la luz transmitida por microscopios de disección funciona bien para revelar la morfología de inclusiones más grandes como insectos y arañas en ámbar. Paradoryphoribius, sin embargo, tiene una longitud corporal total de solo 559 micrometros, o un poco más de medio milímetro. A una escala tan pequeña, un microscopio de disección solo puede revelar la morfología externa del fósil.

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Afortunadamente, la cutícula de los tardígrados está hecha de quitina, una sustancia fibrosa de glucosa que es un componente principal de las paredes celulares de los hongos y los exoesqueletos de los artrópodos. La quitina es fluorescente y se excita fácilmente con láseres, lo que permite visualizar completamente el fósil tardígrado mediante microscopía láser confocal. El uso de microscopía láser confocal en lugar de luz transmitida para estudiar el fósil creó grados de fluorescencia que permitieron una visión más clara de la morfología interna. Con este método Mapalo pudo visualizar completamente dos partes muy importantes del fósil, las garras y el aparato bucal, o el intestino anterior del animal, que también está hecho de cutícula.

Los autores señalan que existe un fuerte sesgo de preservación para los fósiles tardígrados en ámbar debido a su pequeño tamaño y preferencias de hábitat, de hecho, tan solo se conocen tres especies de tardígrados fósiles. Por lo tanto, los depósitos de ámbar proporcionan la fuente más fiable para encontrar nuevos fósiles tardígrados, aunque eso no significa que sea una tarea fácil. El descubrimiento de un fósil tardígrado en ámbar dominicano sugiere que otros sitios muestreados con frecuencia, como los depósitos de ámbar báltico y birmano, también podrían albergar fósiles tardígrados.  

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