En el mundo existe una asombrosa variedad de saludos entre humanos: los tibetanos se sacan la lengua; los maoríes se tocan la nariz; los etíopes, los hombros; y los congoleños, la frente; en muchos países asiáticos se saludan sin tocarse; y los árabes y europeos, se abrazan o se besan en la mejilla. Pese a la heterogeneidad y al reciente esfuerzo de algunos angloparlantes, como el expresidente Barak Obama, de extender la cultura del golpe de puños o fist bump, la forma de saludo más extendida del mundo es el apretón de manos, originado en Grecia en el siglo V aC para demostrar que ninguno de los interlocutores portaba un arma.

Como siempre y como se puede sospechar por el título del artículo, los humanos no somos los únicos en practicar distintos saludos con nuestros congéneres. El investigador Edwin J. C. van Leeuwen de la Universidad de Antwerp, Bélgica, publicó en mayo de 2021 un estudio en la revista Biology Letters, en el que hace un seguimiento durante doce años a dos grupos de chimpancés con estilos distintos de apretón de manos mientras se acicalaban.

El descubrimiento de este comportamiento fue descrito por primera vez en 1978 por William McGrew, de la Universidad de St. Andrews, Escocia, y nunca antes se había hecho un seguimiento tan duradero como el de van Leeuwen. Aunque de momento se desconozca la función del apretón de manos en chimpancés, el autor del estudio los compara con los apretones de manos humanos, como si se tratara de un comportamiento cultural y social. Aunque sospecha que estos saludos podrían tener un papel fundamental en el vínculo social, este hecho aún no se ha demostrado, al igual que tampoco tendría ningún beneficio conocido en términos de supervivencia, aptitud o identificación grupal.

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