Ahora, un equipo de científicos de la Universidad George Washington ha publicado un artículo en el que se revisan antiguos especímenes recogidos para colecciones de museo y que se habían identificado como P. boliviensis. El trabajo demuestra que, en realidad, P. boliviensis no representa una sola especie, sino dos.

El punto de partida fue la identificación de dos grupos morfológicos bien definidos que se habían recogido en zonas separadas por la cordillera de los Andes, una barrera geográfica natural que ha propiciado la separación de muchas otras especies. Para comprobar su hipótesis, los científicos realizaron un muestreo de campo en la Amazonia, los Andes y América central, recogiendo arañas de las distintas localidades para explorar su señal genómica.

Descubrieron que, efectivamente, las diferencias genéticas que separan las dos formas eran similares en comparación con las diferencias genéticas que separan a otras especies reconocidas de arañas de banano. Utilizando datos morfológicos, genómicos y de distribución geográfica, los autores concluyeron que P. boliviensis no representa una sola especie, sino dos diferentes. Descubrieron que la verdadera P. boliviensis solo se localiza en la región amazónica, y la segunda especie, P. depilata (un antiguo nombre ahora revalidado por el equipo de investigación), se ubica en las regiones de los Andes, Chocó y el Caribe. Sus hallazgos se publican en la revista ZooKeys.

Una especie camuflada

Los autores han constatado que P. depilata se ha etiquetado erróneamente como P. boliviensis en muchos estudios, incluidos algunos sobre la composición y toxicidad del veneno, la ecología, la distribución geográfica y la epidemiología humana de las picaduras. Se han reportado registros de mordeduras humanas de esta especie en Costa Rica y en plantaciones de banano en Colombia, la mayoría de ellas con síntomas de envenenamiento de leve a moderado. Excepto por breves menciones anecdóticas por parte de exploradores de campo en el Amazonas, poco se sabe sobre P. depilata.

«Nuestra información es muy valiosa, ya que ayudará a identificar áreas de riesgo de mordeduras accidentales y ayudará a los profesionales de la salud a determinar la identidad de las especies involucradas, especialmente para P. depilata. Se trata de un descubrimiento significativo que afectará los estudios sobre toxicología, abriendo nuevas oportunidades para comparar el veneno composición y el efecto de estas dos especies «, concluyen los autores.

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La ciencia ciudadana aportó información clave

En el mundo hay miles de naturalistas aficionados que en su tiempo libre realizan salidas al campo en la que recogen mucha información valiosa. Gracias a la generalización de internet y las redes sociales, han proliferado las plataformas de ciencia ciudadana que permiten centralizar todos esos datos que antiguamente se encontraban dispersos aquí y allá en cuadernos de campo. De manera altruista, muchos de estos naturalistas aportan mucha información que, una vez analizada, resulta clave para avanzar en el conocimiento y conservación de especies y ecosistemas.

En este caso, los autores se valieron de la plataforma de ciencia ciudadana iNaturalist para obtener más registros de distribución de las especies, ya que ambas se pueden identificar visualmente gracias a características exclusivamente morfológicas.

Los datos presentados por la comunidad de iNaturalist ayudaron a identificar dónde se encuentran las dos especies de Phoneutria. Curiosamente, para estas dos especies, iNaturalist presentó registros más altos y más ampliamente distribuidos que la propia base de datos de los científicos. «Hasta donde sabemos, este es el primer estudio que ha utilizado iNaturalist para recopilar registros de ocurrencia de especies venenosas para estimar modelos de distribución», dicen los investigadores.

 

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