Las especies más grandes eran como marmotas con cola de ardilla, con grandes barrigas para fermentar las plantas que comen y colas esponjosas y peludas. Debieron ser animales muy bonitos”, indica Larry Heaney, uno de los autores del trabajo que se publica en la revista Journal of Mammalogy. Las nuevas especies, pertenecientes a los géneros Batomys, Carpomys y Crateromys, han sido descritas a partir de un conjunto relativamente pequeño de fósiles, algunos de ellos encontrados en las mismas cuevas de Filipinas en las que hace pocos años se descubrieron los restos de Homo luzonensis, un homínido extinto que habitaría esta zona hace al menos 67 000 años y cuya presencia en la región podría haber estado relacionada con la extinción de las ratas gigantes.

¿Por qué se extinguieron?

“En estudios anteriores ya se había demostrado que Filipinas alberga una diversidad de mamíferos extraordinaria, pero la mayoría son animales pequeños que viven en el bosque tropical”, explica Heaney. “Estas especies fósiles se extinguieron hace relativamente poco tiempo, y nos muestran dos cosas. En primer lugar, que en el pasado reciente la biodiversidad en esta región era aún mayor que en la actualidad. Y en segundo lugar, que las dos especies que se extinguieron hace apenas unos miles de años eran roedores gigantes. Su abrupta desaparición nos hace sospechar que podrían ser presas de caza codiciadas por su gran tamaño”, reflexiona.

Según explican los investigadores, “Nuestros registros demuestran que estos roedores gigantes pudieron sobrevivir a los profundos cambios climáticos desde la Edad del Hielo hasta los trópicos húmedos actuales que han impactado la tierra durante decenas de milenios. La pregunta es, ¿qué pudo haber causado su extinción final?» indica Philip Piper, coautor del trabajo e investigador de la Universidad Nacional de Australia. Dos de las especies desaparecieron hace unos 2 000 años, un dato significativo según los científicos, pues coincide con la aparición, por primera vez en el registro arqueológico, de cerámica y herramientas de piedra del Neolítico, y con la introducción de perros, cerdos domésticos y monos en Filipinas. “No podemos afirmarlo con certeza con los datos que poseemos actualmente, pero todo esto implica que probablemente los humanos tuvieron algo que ver con su extinción”, añade Armand Mijares, profesor del Programa de Estudios Arqueológicos de la Universidad de Filipinas – Diliman, quien dirigió las excavaciones de la cueva del Callao.

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«Nuestros descubrimientos sugieren que los estudios futuros que busquen específicamente fósiles de pequeños mamíferos pueden ser muy productivos y pueden decirnos mucho sobre cómo los cambios ambientales y las actividades humanas han impactado la excepcional biodiversidad de Filipinas», según Janine Ochoa, profesora asistente de arqueología en la Universidad de Filipinas – Diliman y autora principal del estudio. Y tales estudios también pueden decirnos mucho sobre el impacto de las actividades humanas, incluida la caza, en la biodiversidad, señala Heaney. «Si queremos prevenir extinciones futuras, debemos entender también lo que sucedió en el pasado», concluye.   

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