Esta ola de calor se ha generado en el polo norte del gigante gaseoso tras una aurora boreal especialmente intensa. La Tierra no es el único planeta que muestra este tipo de fenómenos y de hecho se han observado auroras de algún tipo en todos los planetas del sistema solar excepto en Mercurio e incluso en las lunas Io, Europa y Ganímedes de Júpiter. Pero no todas las auroras son iguales, por supuesto. Mientras que en la Tierra son un fenómeno ocasional y dependen en gran parte de la actividad solar, en Júpiter las auroras son permanentes, aunque sí sufren cierta variación en su intensidad. Esto es por dos motivos, el primero es que el campo magnético de Júpiter es mucho más grande e intenso que el terrestre, de forma que aunque reciba menor cantidad de partículas cargadas del viento solar, puede recogerlas de un volumen cientos de veces mayor y acelerarlas a energías también mayores.

De hecho, la magnetosfera de Júpiter es una de las estructuras más grandes del sistema solar, extendiéndose su cola hasta la órbita de Saturno, a cientos de millones de kilómetros de distancia. Por otro lado, las auroras de Júpiter no solo tienen su origen en el viento solar, sino también en partículas expulsadas por su luna Io. Esta luna se ve constantemente aplastada y estirada por la gravedad tanto del planeta como de los otros satélites mayores que orbitan cerca de Io, de forma que su interior está siendo deformado constantemente.

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