Los resultados fueron contundentes. La parasitación de las plantas aumentó el carbono y redujo el fósforo disponible, pero solo en presencia de las micorrizas. Por otro lado, las micorrizas, en ausencia de parásito, mostraron el comportamiento contrario.

Estos resultados prueban que las plantas parásitas pueden regular la descomposición de la materia orgánica del suelo, incluso invirtiendo el efecto natural de las micorrizas, a través de las distintas relaciones tróficas —entre la planta parásita y su hospedadora, entre ella y las micorrizas, y entre ellas y las comunidades microbianas del suelo—. 

Gracias a este estudio, publicado recientemente en la revista Functional ecology, se confirma la hipótesis de la cascada trófica desde las plantas epífitas hasta las poblaciones microbianas del suelo, en un mecanismo ecológico sofisticado y, hasta ahora, oculto, que supone un importante paso en el descubrimiento de las funciones de las plantas parásitas en los ciclos ecológicos.

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