El 24 de septiembre llegará a la Tierra material de un asteroide. De hecho, llegarán toneladas provenientes de incontables objetos diferentes. Pero además de todos los meteoritos naturales que deban llegar ese día, llegará una muestra enviada por los humanos. Por la NASA, concretamente. Este día llegará a la Tierra la muestra recolectada por la misión OSIRIS-REx del asteroide 101955 Bennu.

Esta misión de la NASA despegó en 2016, camino a este pequeño asteroide. Antes de alcanzarlo utilizó la gravedad de la Tierra para ganar velocidad y finalmente llegó a sus cercanías en diciembre de 2018. Desde ese momento pasó casi dos años analizando el asteroide desde la distancia para caracterizarlo y en busca de posibles lugares donde recoger muestras. En octubre de 2020 llegó por fin el día en que cumpliría el primer objetivo de su misión. Lentamente se acercó a la superficie del asteroide a un ritmo similar al andar de un insecto. Mientras lo hacía extendió el brazo diseñado para la recogida de muestras. OSIRIS-REx no llegó a aterrizar en el asteroide, sino que más bien se posó sobre él, para despegar apenas unos segundos después.

Es importante destacar que los asteroides, especialmente los de pequeño tamaño como Bennu, no tienen el aspecto que pensamos. Los asteroides en general no consisten en una gran roca de cientos de metros o varios kilómetros de tamaño que va dando tumbos por el espacio. Estos objetos tienen una consistencia más similar a la de un gran montón de escombros que se mantienen unidos entre sí gracias a una débil gravedad. La superficie de Bennu tiene una consistencia más similar a la de la arena que a la de una roca. Si te pasaras sobre su superficie, tus pies probablemente se hundirían varios centímetros. Este asteroide es uno de los que se conocen como “asteroides próximos a la Tierra” o NEA por sus siglas en inglés. Estos cuerpos suelen tener tamaños pequeños, de como mucho unos kilómetros de tamaño y tienen órbitas que intersectan la de la Tierra.

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Representación artística del momento en que OSIRIS-REx se posó sobre Bennu. Foto: NASA/Goddard Space Flight Center

Bennu resulta interesante porque pensamos que contiene materiales que no han cambiado desde los inicios del sistema solar. Un cuerpo de su tamaño no sufre procesos geológicos, más que la posible erosión causada por el viento solar. Sobre objetos similares se han detectado compuestos orgánicos como aminoácidos, imprescindibles para la vida terrestre. Poder investigar el material de un asteroide como este antes de que atraviese la atmósfera terrestre, con el correspondiente desgaste que ello supone, puede permitirnos conocer mejor los orígenes del sistema solar y también de la vida en la Tierra.

Alrededor de un cuerpo tan pequeño como Bennu, de tan solo 500 metros de diámetro, la gravedad es apenas perceptible. Cuando el brazo mecánico tocó la superficie empezó a hundirse y unos segundos después expulsó un chorro de gas para hacer saltar el material circundante de forma que parte de este acabara cayendo al recipiente diseñado para traerlo de vuelta. Se estima que OSIRIS-REx desplazó varias toneladas de material con apenas un soplido de sus sistemas y con el impulso de los cuatro motorcitos que utilizó para separarse de Bennu. Tras alejarse de él permaneció en sus cercanías unos meses más, para estudiar el efecto que había tenido el contacto con la superficie para finalmente poner rumbo de vuelta a casa.

Dos años de viaje separaban a OSIRIS de la Tierra. Dos años que acaban el 24 de septiembre. Sin embargo, la sonda no regresará a nuestro planeta, sino que pasará de largo. Antes de irse dejará caer la cápsula con el material recogido, que se estima podría superar los 400 gramos. Puesto que tiene combustible suficiente para seguir, la misión será extendida y OSIRIS-REx pasará a llamarse OSIRIS-APEX, misión que estudiará el asteroide próximo a la Tierra 99942 Apophis. Durante los próximos años, este material será estudiado a fondo por diferentes laboratorios de todo el mundo, aunque parte de él se almacenará para ser estudiado dentro de unas décadas, pues los avances teóricos y técnicos podrían desvelar información que actualmente somos incapaces de recabar.

Esta no es la primera misión espacial que trae consigo material de un objeto astronómico. Las misiones Apollo de la NASA, todas ellas, trajeron rocas de la superficie de la Luna. En total recolectaron unos 380 kilogramos de material a lo largo de 6 misiones. Esas rocas se estudiaron en su momento y siguen estudiándose en la actualidad y nos han permitido conocer nuestro satélite en muchísimo detalle. También se han traído a la Tierra muestras de otros asteroides. Las misiones japoneses Hayabusa 1 y 2 trajeron menos de 6 gramos de los asteroides Itokawa y Ryugu. La misión Stardust de la NASA recopiló aproximadamente 1 gramo de la coma del cometa 81P/Wild. En unos años, hay planeada una misión para traer a la Tierra las muestras que el rover Perseverance ha estado recopilando en Marte. Se espera que traiga alrededor de 500 gramos de material en varias muestras. Con todo resulta evidente que la misión OSIRIS-REx resulta un antes y un después en este tipo de misiones, por el objeto visitado pero también por la cantidad de material que ha conseguido traer para su análisis.

Referencias:

  • «OSIRIS-REx: Asteroid Sample Return Mission» (PDF) (Press Kit). NASA. August 2016.
  • Lauretta, D. S. (19 March 2019). «The unexpected surface of asteroid (101955) Bennu». Nature. 568 (7750): 55–60. doi:10.1038/s41586-019-1033-6
  • Hautaluoma, Grey; Johnson, Alana; Jones, Nancy Neal; Morton, Erin (29 October 2020). «Release 20-109 – NASA’s OSIRIS-REx Successfully Stows Sample of Asteroid Bennu«. NASA.
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