Los autores del trabajo resaltaron que tanto las reacciones individuales como gubernamentales ante un posible contacto dependerían del sustrato religioso, cultural y social del momento, del mismo modo que de la información comunicada. El mero conocimiento de la existencia de vida en el universo, especulaban, podría dar un fuerte sentimiento de unidad en la Tierra basado en la unicidad de la raza humana o, en su defecto, una reacción global y única a algo extraño. A causa de las dificultades de una comunicación, un descubrimiento de este tipo sería «uno de los hechos de la vida» que no requeriría ningún tipo de acción.

Por otro lado, en una afirmación que ha sido mencionada regularmente desde entonces, los autores avisaban de un posible efecto de peor presagio: «La antropología nos muestra muchos ejemplos de sociedades, seguras de su lugar en el universo, que se han desintegrado cuando se han tenido que asociar con otras sociedades que no conocían y que poseían ideas distintas y diferentes modos de vida; otras han sobrevivido a tal experiencia pero pagando el precio de cambios en sus valores, actitudes y comportamiento».

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