Esto no quiere decir que los natufienses no se desplazaran: a veces las gentes viajaban a campamentos estacionales -algo así como una segunda vivienda- para cosechar o cazar. En Mallaha también se han encontrado muchos huesos de gacelas inmaduras, lo que implica que las condiciones climáticas eran favorables para que estos animales se reprodujeran durante todo el año. Pero lo que realmente ataba a los humanos allí eran las bellotas y los pistachos. Si a todo esto sumamos las cosecha de otros frutos secos y la quema sistemática de arbustos y pastos para estimular el crecimiento de las especies vegetales que les interesaban o para atraer animales, tenemos un cuadro bastante ajustado de cómo administraban sus recursos.

Fue todo un éxito porque esta práctica pronto se extendió a otros lugares: con un clima más benigno los asentamientos crecieron, prosperaron y se expandieron. Y, como no podía ser de otro modo, la bonanza llevó a la sobreexplotación y esto a colocar a los natufienses en el límite de vulnerabilidad de una población. Un cambio en sus condiciones de vida podría acabar con ella. Y así sucedió cuando una pertinaz sequía llegó en 11 000 a. E. y se prolongó durante varias generaciones.

Referencias:

Cowan, C. W. et al (2006) The Origins of Agriculture: An International Perspective,  University Alabama Press

Deja un comentario
Mirá También:  Chascomús: Condenaron a un vecino por agredir y lesionar a su madre

You May Also Like

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *