Una pluma está compuesta por varias partes. El eje central, que sostiene la estructura, se denomina raquis, y las divisiones que salen a ambos lados reciben el nombre de barbas, que a su vez se ramifican en bárbulas. Las primeras plumas primarias de las alas de la lechuza tienen las barbas dirigidas hacia arriba, y las bárbulas en forma de gancho en la parte anterior. Estas estructuras forman una cresta dentada en el borde de ataque del ala. La superficie superior de las plumas es, además, aterciopelada, y, la parte posterior de la pluma presenta unas bárbulas largas y finas que generan un borde de salida del ala similar a los pelos de un pincel.

Este tipo de adaptaciones tan particulares, por un lado, suavizan la fricción entre las plumas, reduciendo el ruido, y, por otro lado, gracias a estas estructuras, las alas de lechuzas y búhos no llegan a cortar el aire, sino que más bien lo ‘peinan’, evitando las turbulencias. La textura aterciopelada favorece que el aire recorra la superficie de las alas con mayor suavidad, y tenga una mejor salida. De este modo, también reducen el sonido causado por el rozamiento de las alas contra el aire. 

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