Ahora bien, como la energía emitida es a costa de la contenida en su interior, entonces un agujero negro pierde energía de manera continua. Al igual que en nuestras cuentas bancarias, la cantidad que nos interesa controlar no es la energía que sale, sino el flujo neto, ganancias menos pérdidas. En los agujeros negros el cálculo es sencillo. El universo se encuentra a unos 3 grados por encima del cero absoluto, la temperatura de la radiación de fondo de microondas, la reliquia más antigua de la Gran Explosión. Como el agujero negro más pequeño posible (de tres masas solares) tiene una temperatura inferior a la del fondo de microondas, eso quiere decir que el universo entero se encuentra más caliente, con lo que los agujeros negros reciben más energía de la que emiten.

¿Pero qué pasaría si la temperatura del agujero negro fuera mayor que la del universo? Entonces emitiría gran cantidad de energía por un mecanismo conocido como evaporación Hawking. Es un proceso acelerado: al radiar energía por evaporación Hawking el agujero pierde masa y al tener menor masa, aumenta su temperatura. Esto hace que la diferencia de temperatura con el exterior sea mayor, luego radiará más deprisa, perderá más masa y aumentará aún más rápidamente su temperatura. Esta espiral acelerada culmina con una tremenda explosión -y la desaparición del agujero- visible en el rango de la radiación gamma.

En un alarde especulativo podríamos calcular el tiempo que debe pasar para que un agujero negro clásico desaparezca completamente tras lanzar toda su masa al espacio en forma de energía. Con una masa pequeña, unas tres masas solares, desaparecerá después de transcurrida la friolera de 1066 años. Sabiendo que el universo lleva existiendo desde hace 1010 años, decir que la vida de un agujero negro es 1056 veces más larga que la actual del universo es imposible de imaginar. Tanto como decir que la potencia radiada es 10-24 vatios: para emitir tanta luz como una bombilla de cien vatios necesitaríamos cien billones de agujeros negros.

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Referencias:

Hawking, S. W. (1975). Particle creation by black holes. Communications in Mathematical Physics, 43 (3): 199–220. doi:10.1007/BF02345020

Bardeen, J. M., Carter, B., Hawking, S. W. (1973). The Four Laws of Black Hole Mechanics. Communications in Mathematical Physics 31, pp. 161-170. doi:10.1007/BF01645742

Bekenstein, J.D. (1972) Black holes and the second law. Lett. Nuovo Cimento 4, 737–740. doi:10.1007/BF02757029

 

 

 

 

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