Dunaliella parva, el alga verde de color rojo

Pasamos de una procariota a una eucariotaorganismo con células nucleadas—. Dunaliella parva es una pequeña alga unicelular, con una pareja de cilios, adaptada a los medios salinos. Carece de pared celular rígida; en su lugar tiene una cubierta de almidón. Esto le da cierta flexibilidad, que le permite expandirse y contraerse, absorbiendo o expulsando agua, en función de la salinidad del entorno. Además, en su citoplasma contiene altas concentraciones de glicerol, que permiten mantener la fluidez a pesar de tener poca agua.

Aunque forma parte del grupo de las clorófitas o algas verdes, su coloración es más bien rojiza, por la elevada concentración de ß-carotenos en sus cloroplastos, los mismos pigmentos que dan color al tomate o a la zanahoria. De hecho, cuando suceden elevadas proliferaciones de esta alga en el Mar Muerto, sus aguas se tornan rosadas. Estos pigmentos protegen a la clorofila de la iluminación extrema. Estas algas son, por tanto, extremófilos adaptados a una elevada salinidad y a una fuerte insolación

También son organismos fáciles de cultivar, aunque en esa situación sí que se tornan verdes al encontrarse en situaciones de menos estrés. Estas algas se cultivan para la extracción de ß-carotenoides utilizados como colorante alimentario o cosmético, o como suplemento nutricional. Pero su facilidad de cultivo también convierte a Dunaliella parva en un buen organismo modelo para la exobiología

Los esquivos protozoos del mar muerto

Durante una toma de muestras en los años 40 se consiguió aislar y cultivar dos protozoos a partir de muestras del mar muerto. Uno de ellos fue un tipo de ameba hallado en el lodo, a más de 300 metros de profundidad. Hablamos de un organismo unicelular de menos de 80 micras de longitud. Se descubrió que tenía la peculiaridad de que, en ciertas condiciones, era capaz de producir flagelos. Por otro lado, descubrieron un protozoo ciliado que se encontraba en íntima asociación con la ameba anterior y con las algas del género Dunaliella. Ese organismo unicelular era aún más pequeño, no más de 24 micras, y tenía dos espinas endurecidas en la parte posterior.

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Sin embargo, ninguno de los dos cultivos se han conservado hasta hoy. Estudios posteriores trataron de volver a localizar estos curiosos protozoos, sin éxito. De modo que, de momento, no podemos estar seguros de si estas criaturas realmente existen en el mar muerto o si se trató de algún tipo de contaminación de las muestras originales de hace ocho décadas.

 

REFERENCIAS:

Oren, A. 1988. The Microbial Ecology of the Dead Sea. En K. C. Marshall (Ed.), Advances in Microbial Ecology (pp. 193-229). Springer US. DOI: 10.1007/978-1-4684-5409-3_6

Oren, A., & Shilo, M. 1982. Population dynamics of Dunaliella parva in the Dead Sea1. Limnology and Oceanography, 27(2), 201-211. DOI: 10.4319/lo.1982.27.2.0201

Pohlschroder, M., & Schulze, S. 2019. Haloferax volcanii. Trends in Microbiology, 27(1), 86-87. DOI: 10.1016/j.tim.2018.10.004

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