El descubrimiento es bastante sorprendente ya que, para encontrar evidencias de tatuajes, se necesita disponer de piel conservada y expuesta, algo harto complicado en el caso de una momia, ya que no la van a destapar. A no ser que los cuerpos hayan sido saqueados y justo las zonas tatuadas queden a la vista.

Anne Austin y su equipo examinaron en 2019 dos tumbas. En una había restos humanos que incluían un hueso de la cadera izquierda de una mujer de mediana edad. En la piel conservada, se veían patrones de coloración negro oscuro, creando una imagen que, de ser simétrica, habría recorrido la parte baja de la espalda. Justo a la izquierda de las líneas horizontales del tatuaje hay una representación de Bes y un cuenco, motivos que se relacionan con la purificación ritual durante las semanas posteriores al parto.

El segundo tatuaje es el de una mujer de mediana edad descubierta en una tumba cercana. En este caso, la fotografía infrarroja reveló un tatuaje difícil de ver a simple vista. Según el dibujo de reconstrucción, se trata de un wedjat u ojo de Horus, y una posible imagen de Bes con una corona de plumas. Ambas imágenes sugieren que este tatuaje estaba relacionado con la protección y la curación. También hay unas líneas en zigzag que, según las investigadoras, representaría un pantano, que los antiguos textos médicos asociaban con aguas refrescantes utilizadas para aliviar el dolor de la menstruación o el parto.

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