Colectivos más vulnerables

Concretamente, los investigadores analizaron 41 estudios previos que exploraron eventos extremos junto con la violencia de género, descubriendo que la violencia de género parece verse exacerbada por los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos. Durante las últimas dos décadas, la ocurrencia de inundaciones ha aumentado en un 134 por ciento. La frecuencia de las tormentas ha aumentado en un 40 por ciento y las sequías en un 29 por ciento.

“En la raíz de este comportamiento hay estructuras sociales y patriarcales sistemáticas que permiten y normalizan tal violencia. Los roles y normas sociales existentes, combinados con las desigualdades que conducen a la marginación, la discriminación y el despojo, hacen que las mujeres, las niñas y las minorías sexuales y de género sean desproporcionadamente vulnerables a los impactos adversos de los eventos extremos”, dice Van Daalen.

 

Casos de estudio

Van Daalen señaló dos estudios de casos para dar credibilidad a su argumento. El primer caso fue el huracán Katrina ocurrido en 2005 en Estados Unidos. Los investigadores encontraron que la violencia, incluida la violencia sexual contra las mujeres, aumentó después del huracán. Además, las personas transgénero y LGBTQI experimentaron violencia física y discriminación en los refugios posteriores al desastre. Esto incluye lesiones físicas, embarazos no deseados, exposición al VIH u otras infecciones de transmisión sexual, problemas de fertilidad, estigma internalizado, condiciones de salud mental y ramificaciones para los niños.

También en Bangladesh, los matrimonios precoces se dispararon después de las inundaciones de 1998 y 2004. Los investigadores creen que esto se debió al aumento de la pobreza después de las inundaciones porque casar a una hija reduce la carga financiera de una familia.

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La violencia también puede aumentar aún más la vulnerabilidad, según los investigadores, ya que algunas mujeres optan por quedarse en casa, lo que las coloca en un peligro adicional.

“La gestión de desastres debe centrarse en prevenir, mitigar y adaptarse a los impulsores de la violencia de género. Es crucial que esté informado por las mujeres, las niñas y las minorías sexuales y de género afectadas y que tenga en cuenta las culturas sexuales y de género locales y las normas, tradiciones y actitudes sociales locales”, concluyen los autores.

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