“Debido a esto, los pandas rojos están cambiando su actividad para minimizar sus interacciones con perturbaciones, como humanos, perros o ganado, y esto está interfiriendo drásticamente con las interacciones naturales entre los animales, lo que resulta en el aislamiento de la población”.

En su estudio, los investigadores observaron que los asentamientos humanos, caminos, senderos y actividades de pastoreo de ganado estuvieron presentes durante todo el año en los alrededores del hábitat natural del panda rojo. Seis hembras y cuatro machos fueron equipados con collares GPS.

Los hallazgos de este estudio muestran la fragmentación de su hábitat, junto con un estudio previo sobre los impactos de la caza furtiva. “Me preocupa el futuro de esta especie”, dijo el experto. “Si bien los pandas rojos pueden adaptarse a los impactos del hábitat hasta cierto punto, pueden ser susceptibles a la extinción local en estas condiciones, poniendo en riesgo a la población más amplia de la especie”.

“A medida que se reduce la disponibilidad de bosques adecuados, depende del panda rojo sopesar sus opciones sobre cómo sobrevivir mejor”, continúa Bista. “Esta compensación puede conducir a un mayor riesgo de mortalidad y disminución de la población a largo plazo”.

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