«Son animales asombrosos, y parte de lo que atrae es su patrón de color», dijo Bruce Robison, científico principal del MBARI y líder de la investigación del equipo que hizo el descubrimiento. Los pigmentos que dan color a la piel del pez podrían ser en realidad una forma de camuflaje, ya que estos tonos absorben los restos de luz azul que llegan a las profundidades, haciendo que el animal sea casi invisible en su entorno. «Pero cuando lo iluminamos con nuestras luces blancas, es simplemente precioso», dijo Robison.

Este tipo de camuflaje le viene de perlas al pez, que caza como depredador de emboscada, flotando en la oscuridad y esperando a que pasen nadando pequeños peces y crustáceos. Sin embargo, estos alimentos no se acercan al azar. Más bien, son atraídos por el pez dragón, que tiene un filamento bioluminiscente que se extiende desde su barbilla. «Utiliza ese señuelo para atraer a las presas que ven el punto de luz brillante y se sienten atraídas por él porque creen que es algo lo suficientemente pequeño como para poder comer», explica Robison. Cuando la presa se acerca lo suficiente, las anchas mandíbulas del pez dragón le dan un mordisco.

El pez dragón utiliza la bioluminiscencia no solo para capturar su comida, sino también para evitar ser comido. «Muchos depredadores cazan mirando hacia arriba, tratando de distinguir la silueta o las sombras de sus presas contra la luz de las aguas superiores», explica Robison. Para mimetizarse con un fondo brillante, el pez dragón tiene una serie de órganos luminosos que recubren sus dos flancos. Estos órganos luminosos coinciden con el color y la intensidad de la luz superior, borrando la silueta del pez.

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El bathophilus flemingi puede medir hasta 16,5 centímetros de largo. Sus aletas tienen una especie de filamentos largos y finos con los que se cree puede percibir las vibraciones en el agua, alertando al pez cuando se acercan depredadores o presas. Es probable que también le proporcionen estabilidad, evitando que el animal se hunda mientras está al acecho de la comida. El pez dragón de aleta alta vive en aguas profundas, de entre 225 y 1 370 m de profundidad y se alimenta de pequeños crustáceos y peces.

Se encuentra desde la Columbia Británica, en Canadá, hasta la Península de Baja California, en México, incluyendo el Golfo de Alaska.

Cuando Robison y el resto de investigadores descubrieron este pez, estaban a bordo de una expedición de una semana en el vehículo de investigación Western Flyer, realizando numerosos experimentos y observaciones. A pesar de su apretada agenda, los equipos de investigación a bordo de estos buques tienen que ser observadores, oportunistas y estar preparados para responder a lo inesperado, ya que nunca saben lo que pueden descubrir.

«Somos exploradores», dice Robison. Si quieres ver algo interesante, a menudo tienes que desviarte para echarle un vistazo», y el descubrimiento de este pez dragón de aleta alta es solo uno de los muchos ejemplos de que la curiosidad oceánica de Robison da sus frutos. «A menudo la verdadera alegría de esos viajes viene de las cosas que no prevés».

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