El 19 de febrero de 2021 la revista Science publicaba un artículo de un equipo internacional de investigadores titulado “Una crisis medioambiental hace 42.000 años”. En él se ponía de manifiesto, por primera vez en la historia, los efectos causados por un cambio en los polos magnéticos de la Tierra. Gracias a una datación precisa por carbono-14 en los árboles kauri de Nueva Zelanda (una especie de conífera endémica de la isla Norte) se ha podido relacionar una caída en la intensidad del campo magnético terrestre con una cascada de crisis ambientales -cambios en los patrones climáticos, extinciones de grandes mamíferos  e incluso modificaciones en el comportamiento humano- justo antes y durante el evento Laschamp, una inversión del campo magnético (el polo norte magnético se convirtió en el polo sur) que sucedió hace 41.400 años, al final del último periodo glacial. La inversión duró 440 años y la recuperación del campo magnético inicial necesitó de otros 250 años.

Hasta ahora se creía que los cambios geomagnéticos no tenían ningún impacto apreciable debido, principalmente, a que no se podía correlacionar el evento geomagnético con otro tipo de registros. Sin embargo, el análisis de los anillos de los árboles kauri preservados en el pantano de Ngawha ha revelado que se produjo un aumento en la cantidad de carbono-14 existente en la atmósfera (y que de ahí pasó a los árboles) en el tiempo que duró el evento de Laschamp.

Según la simulación hecha por ordenador, que tuviéramos un campo magnético debilitado pudo alterar los patrones climáticos. De hecho sugiere que el aumento de partículas subatómicas cargadas que llegaron a la atmósfera aumentaron la producción de óxidos de nitrógeno, que tienden a consumir ozono. Los cambios atmosféricos también afectaron a la cantidad de luz solar que se absorbe en las diferentes capas de la atmósfera, lo que provocó cambios a gran escala que enfriaron el planeta. Sorprendentemente, los efectos más intensos no ocurrieron durante el tiempo que duró la inversión de los polos sino en los centenares de años previos, de hace unos 42.300 a 41.600 años: durante la inversión el campo magnético se redujo a un 28% el actual, pero durante el período de transición, la intensidad del campo cayó a aproximadamente al 6% de su valor actual.

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Este hecho coincide temporalmente con algunas extinciones, como la de la megafauna australiana -que incluyó la desaparición del Diprotodon (el mayor marsupial conocido) y la del canguro gigante Procoptodon goliah-. Y no solo eso. Por entonces los seres humanos hicieron un mayor uso de las cuevas, en las que se encuentra una extraña abundancia de huellas de manos hechas con ocre rojo, un pigmento que se cree que se utilizó como protector solar. ¿Estamos ante una respuesta de nuestros ancestros a un Sol más intenso debido a un pérdida importante de la capa de ozono? Según los franceses Jean-Pierre Valet, del Instituto de Físca del Globo de París, y Hélène Valladas, del Laboratorio de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente, el evento Laschamp tuvo un efecto importante en la evolución del ser humano. Estos científicos han estudiado la desaparición de los neandertales, que sucedió por entonces. Según su trabajo, la caída del ozono estratosférico asociada al brusco descenso del campo magnético hizo que los neandertales se debilitaran lo suficiente para que no pudieran superar la edad de hielo.

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