Los seres humanos presentamos rasgos externos distintos que, con paso del tiempo, fuimos acumulando por evolución. Resultaría absurdo negar las diferencias en nuestro color de la piel, estatura, color del cabello y los ojos, etc., pues son obvias y correlacionan en buena medida con la latitud

La pregunta es: ¿tiene alguna utilidad hacer clasificaciones en ese sentido? Parece que sí, aunque, más que reparar en los rasgos visibles, habrá que atender a la genética de los individuos.

En la actualidad, el concepto científico que empieza a reemplazar a la imprecisa noción de raza humana es “ascendencia genética”, algo así como un árbol genealógico de las poblaciones humanas, cuya raíz está en África.

Uno de los campos de estudio que se benefician de las pistas del genotipo es el de la biomedicina, donde manejar cierta definición técnica de las poblaciones es útil para investigar y prevenir enfermedades que tienen mayor presencia en según qué perfiles genéticos.

 

Referencias:

Bhopal, R. 2007. The beautiful skull and Blumenbach’s errors: the birth of the scientific concept of race. Bmj, 335(7633), 1308-1309.

Fujimura, J. H. et al. 2011. Different differences: The use of ‘genetic ancestry’versus race in biomedical human genetic research. Social Studies of Science, 41(1), 5-30. DOI: 10.1177/0306312710379170

Rosenberg, N. A. et al. 2002. Genetic structure of human populations. science, 298(5602), 2381-2385.

Tishkoff, S. A. et al. 2004. Implications of biogeography of human populations for’race’and medicine. Nature genetics, 36(11), S21-S27.

Yudell, M. et al. 2016. Taking race out of human genetics. Science, 351(6273), 564-565.

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