Los investigadores del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano idearon un nuevo estudio con la ayuda de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), en el que emplearon 63 voluntarios adultos sanos. Les pidieron que completaran cuestionarios, realizaran una tarea de memoria de trabajo y se sometieran a exploraciones de fMRI mientras respondían preguntas, algunas de ellas diseñadas para inducir estrés social. Ninguno conocía el objetivo de la investigación.

Dividieron a los participantes en dos grupos: uno caminaría en la naturaleza y el otro, caminaría en un entorno urbano. En ambos grupos, la activación cerebral se midió antes y después de la caminata, utilizando dos tareas diferentes en el escáner de resonancia magnética.

 

El poder de un paseo por la naturaleza

Los investigadores encontraron que los que caminaron por la ruta urbana no se observaron cambios en la actividad de la amígdala, pero para el grupo de voluntarios que caminaron durante una hora en la naturaleza, hubo una disminución en la actividad en un área específica del cerebro para todas las tareas de fMRI después de la caminata: la amígdala; en particular, la amígdala derecha (una estructura clave en el procesamiento del miedo y el estrés).

Este hallazgo de que la actividad de la amígdala se reduce después de un paseo por la naturaleza, lleva a los científicos a concluir que un paseo por la naturaleza puede ayudarnos a recuperarnos de los efectos negativos del estrés. También sugiere que no es caminar en sí mismo lo que produce la mejora, sino más bien el tiempo que se pasa en la naturaleza.

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«Los resultados respaldan la relación positiva previamente asumida entre la naturaleza y la salud del cerebro, pero este es el primer estudio que prueba el vínculo causal. Curiosamente, la actividad cerebral después de la caminata urbana en estas regiones se mantuvo estable y no mostró aumentos, lo que argumenta en contra de una opinión común de que la exposición urbana causa estrés adicional», explica Simone Kühn, directora del Grupo Lise Meitner de Neurociencia Ambiental.

El estudio confirma nuevamente la importancia de las políticas de diseño urbano para crear áreas verdes accesibles en las ciudades para mejorar la salud mental y el bienestar general de las personas.

 

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