A mediados de 1992 entran en acción otros dos ufólogos, Stanton Friedman y Don Berliner, que publican sus investigaciones con el título Crash at Corona. No hay contradicción entre los lugares del siniestro, Roswell o los Llanos de San Agustín, porque se estrellaron dos naves. En la del rancho de Brazel se encontraron cuatro ETs muertos y en la de los Llanos había tres muertos y uno vivo. Este nuevo escenario se basa en las declaraciones de un tal Gerald Anderson, que entonces tenía cinco años. Él y cuatro familiares suyos -curiosamente todos estaban muertos cuando decidió hablar- descubrieron los restos antes que Barnett. Y es que con le paso del tiempo aparece cada vez más gente en ese desierto.

Para acabar de enredarlo más, en 1993 Randle y Schmitt publican un nuevo libro, The Truth About the UFO Crash at Roswell. En él desmienten todo lo que se ha publicado hasta entonces, incluido su libro anterior. A la luz de “sólidos testimonios de testigos oculares y cierta interesante documentación”, revelan que el accidente se produjo el 4 de julio, dos días más tarde de la fecha ‘oficial’. Además, el platillo y sus ocupantes no se encontraron en el rancho de Brazel sino 50 km al sur, cerca de Roswell. Así pues, tenemos cuatro escenarios distintos -mutuamente contradictorios- para un mismo caso.

Por suerte, al final se hizo la luz. A mediados de 1994 la organización ufológica Fund for UFO Research (FUFOR) publicaba un informe de 189 páginas escrito por Karl Pflock, Roswell In Perspective. Después de dos años de investigaciones Pflock afirmó que los restos de la nave extraterrestre eran, en realidad, “los de un gran globo del proyecto Mogul, catalogado de Alto Secreto.” ¡Por fin! Casi 50 años después, desde el mundo ufológico se atribuía el incidente a un globo que transportaba material de alto secreto.

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Una de las cosas que más asustaba al gobierno norteamericano de la postguerra era que los rusos pudieran construir una bomba atómica y que no se enteraran de ello. Por eso, en 1945 empezaron diversos programas para detectar la explosión de bombas atómicas en Rusia. Uno de ellos era el Proyecto Mogul: un sensor de alta precisión situado en un globo a gran altura capaz de detectar las ondas de choque producidas por las explosiones. Fue uno de estos globos, más concretamente, parte del llamado Vuelo 4, el que cayó en julio de 1947 cerca de Roswell.

Lo más irónico de toda esta historia es que sí hubo un auténtico encubrimiento: se disfrazó de globo meteorológico lo que en realidad era un detector de explosiones atómicas.

 

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