Todos los modelos apuntan a un final de los tiempos con temperaturas en aumento, continua desaparición de las diversas formas de vida y evaporación de los océanos. Y llegará el día en que morirá el último superviviente de todos los organismos vivos. Será muy parecido a la primera forma de vida que apareció sobre el planeta: un ser unicelular. Pero muchas cosas habrán sucedido antes.

Dentro de unas cuantas decenas de miles de años nos encontraremos ante un planeta blanco. El nivel del mar, del que hoy tanto preocupa su ascenso, caerá dejando a la vista nuevas costas, uniendo islas con continentes y convirtiendo los golfos en praderas. Los supervivientes de una civilización ya desaparecida no necesitarán usar el túnel del Canal de la Mancha; podrán llegar a Dover andando… si es que pueden soportar el frío. Los pocos humanos vivos posiblemente se acurrucarán alrededor de fuegos de campamento en las zonas ecuatoriales. Estaremos en la siguiente Edad del Hielo, peor que la soportada por cromagnones y neanderthales. Muchos científicos piensan que se está iniciando ahora.

La era de los combustibles fósiles será un mero recuerdo legendario, como el de aquella época en el que el planeta era mucho más cálido. El calentamiento global que perduró unos siglos, destruyó la agricultura y provocó fluctuaciones erráticas del clima fue un simple suspiro en la historia del planeta. Lentamente, los procesos naturales encontraron el camino para reabsorber el dióxido de carbono liberado a la atmósfera. El regreso a condiciones “normales” duró un tiempo breve. La Humanidad, que floreció durante un breve periodo interglaciar, sentirá en su propia piel la verdadera naturaleza del planeta, la misma que se dejó sentir durante los últimos 3 millones de años: el reinado del hielo. Los humanos vivirán en un mundo más frío y, paradójicamente, más seco. Los bosques y las selvas habrán desaparecido convirtiéndose en sabanas, los graneros del mundo serán secarrales y los vientos soplarán con fiereza a 200 kilómetros por hora silbando por las planicies que el hielo irá cubriendo inexorablemente. Poco quedará de lo que un día fuera la presuntuosa civilización que creyó dominar el planeta: ni tan siquiera se mantendrán en pie sus orgullosos rascacielos, demolidos por columnas de hielo de medio kilómetro de altura. La supervivencia será cada vez más complicada; habrá que luchar en demasía para alimentarse. Nuestros descendientes se estarán muriendo de hambre.

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Pero la desaparición de la Humanidad no implicará la aniquilación de la vida. Millones de años después de que se pierda en la atmósfera el estertor final del último ser humano, la vida seguirá su curso hacia el Ragnarok. Como en esta batalla final de la mitología nórdica, cuyo resultado final está ya escrito, quién vivirá y quién morirá, el destino de la vida también esta prefijado.

Como el Sol, sin prisa pero sin pausa, se hace un 1% más brillante cada 100 millones de años, esto provocará un aumento continuo de la temperatura. Debido a ello disminuirán los niveles de dióxido de carbono en ella, que terminará en los océanos o en las rocas carbonatadas. Según los científicos James Kasting y Ken Caldeira, en 500 millones de años los niveles de dióxido de carbono habrán caído un 40%, la fotosíntesis se encontrará prácticamente desaparecida y el 95% de las especies vegetales a punto de extinguirse. Sólo cactus y arbustos podrán sobrevivir en esas condiciones. Dentro de 900 millones de años no habrá suficiente dióxido de carbono ni siquiera para ellos. Quizá haya aparecido alguna otra forma de fotosíntesis capaz de mantener la vida vegetal, con una atmósfera con el oxígeno a punto de desaparecer para siempre. A vista de pájaro, la Tierra no será más que sotobosque, taiga, llanuras, sabanas… El planeta estará mudando el color verde por el marrón.

Por su parte, dentro de 500 millones de años los animales que aún existan tendrán que enfrentarse a la falta de nutrientes y al calor. Cuando la temperatura global del planeta supere los 38º empezará a morir desde el ecuador y los animales multicelulares emigrarán hacia los polos. Por encima de los 40º de media (lo que implica que en los trópicos será mucho mayor) o han aparecido nuevas especies capaces de soportar semejante calor o la vida animal se enfrentará a la extinción: por encima de los 45º grados las mitocondrias celulares dejan de trabajar. La vida, acorralada cerca de los polos, deberá ser nocturna, escodiéndose del peligroso Sol. A lo mejor existen animales que hibernen durante el verano para despertar en el invierno de la noche continua. A medida que suba la temperatura, la vida animal subsistirá enterrándose. En superficie únicamente podrán encontrarse bacterias. Cuando se alcancen los 50º de media la extinción será prácticamente total en tierra firme. Protozoos, nemátodos y platelmintos serán los reyes de la creación acompañados de líquenes y musgos. La vida en el mar aún durará algo más.

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Dentro de 1.200 millones de años el Sol será un 15% más brillante, lo que hará que la temperatura en superficie alcance los 70º C de media y prácticamente todo el dióxido de carbono habrá desaparecido de la atmósfera. El sistema global de circulación de los océanos se habrá detenido con lo que el termostato planetario estará apagado. A pocos cientos de metros bajo la superficie del mar la vida sería imposible de mantener por la ausencia del oxígeno y nutrientes. Mirando al mar no veremos peces; estaremos ante un mar muerto, salvo por las algas verdeazuladas. Fueron las primeras y serán las últimas en la historia de la vida. El color del mar habrá cambiado debido a la reducción del plancton y un incremento en la cantidad de sedimentos arrastrados por las aguas y las grandes tormentas de polvo: será marrón.

La evaporación acelerada de los océanos incrementará la humedad ambiental. A mayor vapor de agua, mayor temperatura, y la desaparición de los océanos se acelerará. Muertos por la elevada concentración de sal, dejarán tras de sí inmensas planicies salinas. En el paraje yermo que nos rodea ningún tipo de vida compleja estará presente. Únicamente las ubicuas bacterias seguirán allí, como al principio de todo. Pero no por mucho tiempo. La radiación ultravioleta esterilizará la superficie y quizá unas pocas puedan esconderse en el subsuelo.

De este modo es como la Tierra se enfrentará a su irremediable final.

 

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