Durante la evolución humana se han dado (y se siguen dando) cambios y transformaciones en la forma y tamaño de las partes que componen nuestro cuerpo. A esto, grosso modo, se le conoce como heterocronía. Hay dos tipos de heterocronías: pedomorfosis (“forma de niño”) y peramorfosis (“más allá de la forma”). La pedomorfosis se da cuando un espécimen adulto tiene rasgos parecidos a la forma juvenil de su antepasado. Y, al contrario, la peramorfosis se refiere a un mayor desarrollo de la especie descendiente, lo que lleva a adultos con rasgos más exagerados. Estos cambios evolutivos en las especies humanas son un tema de debate entre paleontólogos desde hace años. 

Para seguir indagando en estos complejos cambios, Juan Antonio Pérez-Claros y Pablo Palmqvist han realizado una investigación que ofrece nuevos datos sobre la evolución del cráneo humano. El estudio ha sido publicado en la revista “PeerJ” y se trata de la continuación de unos trabajos iniciados en la Universidad de Málaga en 2015. En esta ocasión, los investigadores han sumado el análisis de otros cuatro cráneos de homínidos: Australopithecus anamensis, Australopithecus prometheus, Homo naledi y Homo longi. A estos especímenes se han unido otros ejemplares infantiles y juveniles de especies modernas de grandes simios con las que poder seguir comparando los cambios producidos. 

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