Otro caso es el de las Metasecuoyas. Estos árboles se conocieron primero como fósiles, siendo descrito el género Metasequoia en 1941 a partir de material fósil del Jurásico superior. Con el tiempo, se descubrieron también restos fósiles del cenozoico. Y tiempo después incluso se identificaron ejemplares vivos en China. Estas metasecuoyas vivas llegan a alcanzar los 50 metros de alto, e incluso se han empezado a usar como árboles ornamentales.

También se consideran fósiles vivientes los gingkos, los últimos árboles de la división Ginkgophyta, que originalmente aparecieron durante el Pérmico, fueron muy abundantes en el Mesozoico, y hoy no abundan, salvo cuando se usan también como árbol ornamental.

Entre los animales, también consideramos fósiles vivientes a los tuátaras, reptiles del género Sphenodon que no han cambiado su anatomía prácticamente en 200 millones de años, y que fueron mucho más abundantes en el pasado.

Estos son solo unos cuantos de los seres vivos que no han cambiado en millones de años. Y es que, si bien solemos pensar en la evolución como un proceso de cambio constante, la naturaleza rara vez cambia, a menos que tenga una buena razón para ello. Cuando un animal tiene una característica que resulta una ventaja a la hora de sobrevivir o reproducirse, esta tiende a conservarse. Y es que, si algo funciona bien de una manera, ¿para qué vamos a cambiarlo?

Pero, ¿han quedado estas especies realmente “estancadas en el tiempo”? Nada más lejos de la realidad. Han cambiado, por supuesto. Pero los cambios que han sufrido en millones de años son muy pocos, comparados con los que, por ejemplo, nosotros mismos hemos sufrido.

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Referencias:

Johanson, Z. et al.2006. Oldest coelacanth, from the Early Devonian of Australia. Biology Letters, 2 (3): 443–6.

Fricke, H. et al. 1987. Locomotion of the coelacanth Latimeria chalumnae in its natural environment. Nature, 329 (6137): 331–3.

Chaney, R.W. 1948. The bearing of the living Metasequoia on problems of Tertiary paleobotany. Proceedings of the National Academy of Sciences, 34 (11): 503–515.

Zhou, Z.Y. 2009. An overview of fossil Ginkgoales. Palaeoworld, 18 (1): 1–22.

Jones M.E. et al. 2009. A sphenodontine (Rhynchocephalia) from the Miocene of New Zealand and palaeobiogeography of the tuatara (Sphenodon). Proceedings. Biological Sciences, 276 (1660): 1385–90.

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