Los osos perezosos, conocidos por tomarse la vida con mucha calma, son de los animales terrestres más lentos del mundo. Concretamente, el perezoso de tres dedos (Bradypus tridactylus) es el perezoso más perezoso de todos, pues apenas se desplaza unos dos metros por minuto y, solo en el caso de verse amenazado por un depredador, puede llegar a ‘correr’ a unos 7,5 cm por segundo (y ya pone cara de velocidad).

Resulta sorprendente como esta forma de vida al ralentí puede haberse seleccionado evolutivamente hasta llegar a nuestros días. Sin embargo, parece que esta misma lentitud es la razón de su éxito evolutivo. Resulta que su lento metabolismo les permite sobrevivir solo alimentándose de especies vegetales con un escaso valor energético, como las hojas de la ceiba (Ceiba pentandra) y del yagrumo (Cecropia peltata). Eso sí, como no podía ser distinto, digerirlas también les toma su tiempo y se han registrado digestiones de hasta de 50 días ¡menudo malestar! 

Por suerte o por desgracia, los animales somos sistemas energéticos abiertos y después de que la materia y energía que adquirimos del entorno sufra una transformación, una parte de ellas se aprovecha y la otra se expulsa al exterior. En el caso de los perezosos, este proceso suele darse una vez a la semana (como cuando algunos humanos van de vacaciones). A la hora ir al baño todo se complica, ya que este es el único momento en que abandonan la vida en las alturas y bajan de los árboles para defecar y orinar. Esta situación los pone en grave peligro, ya que por un buen rato quedan expuestos a depredadores como anacondas, jaguares y ocelotes. 

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