Estas temperaturas superficiales tan altas nos indican que la superficie del planeta estará en gran parte fundida, estando cubierta por grandes océanos de magma, pudiendo darse también cierto vulcanismo, en principio. Sin embargo no teníamos pruebas más directas de esto hasta que en observaciones llevadas a lo largo de varios meses se midió un descenso de la temperatura en el planeta.

Este descenso era importante, por las posibles causas que podía tener. Sabemos que en planetas tan calientes como Janssen apenas deberían formarse nubes, por lo que este descenso de la temperatura medida no podía deberse a un proceso meteorológico normal y debía tener otro origen. La explicación más plausible y defendida por Demory et al en su artículo publicado en la revista científica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society sería la de una erupción volcánica que ha creado una gran nube de polvo y ceniza que ha bloqueado la luz de la estrella y en consecuencia enfriado la superficie del planeta.

Esta posibilidad podría parecer descabellada si no fuera porque conocemos de varias instancias de sucesos similares en la Tierra. La erupción del monte Pinatubo en Filipinas en 1991 redujo las temperaturas globales durante dos años y la erupción del monte Tambora en Indonesia en 1815, la mayor erupción en la historia reciente, provocó el conocido como “año sin verano” al año siguiente, en el que las temperaturas globales descendieron casi en 1 ºC.

Además, estas erupciones volcánicas tan violentas serían muy similares a las observadas en la luna Io de Júpiter. El vulcanismo de Io estaría causado no por un calor interno, como en el caso de la Tierra, sino por la influencia del gigante gaseoso, que por efectos de marea conseguiría calentar el interior de la luna, provocando estas erupciones. En Io las nubes expulsadas durante alguno de los eventos más energéticos han alcanzado los cientos de kilometros de altura. El proceso observado en el planeta Janssen podría haber creado plumas volcánicas de hasta 1 500 kilómetros de altura y que se habrían esparcido hasta ocultar gran parte de la superficie del planeta.

Mirá También:  El caos es una escalera

Referencia:

B.O. Demory et al, 2015, Variability in the super-Earth 55 Cnc e, Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, https://doi.org/10.1093/mnras/stv2239

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