«El mundo ha observado cómo el COVID-19 muta a un ritmo rápido durante semanas y meses. Un virus como el herpes evoluciona en una escala de tiempo mucho mayor», afirma la coautora, la Dra. Charlotte Houldcroft, del Departamento de Genética de Cambridge. «El herpes facial se esconde en su huésped de por vida y sólo se transmite por contacto oral, por lo que las mutaciones se producen lentamente a lo largo de siglos y milenios. Tenemos que hacer investigaciones en profundidad en el tiempo para entender cómo evolucionan los virus de ADN como éste», dijo. «Anteriormente, los datos genéticos del herpes sólo se remontaban a 1925».

Los investigadores lograron localizar herpes en los restos de cuatro individuos a lo largo de un periodo de mil años, y extrajeron el ADN viral de las raíces de los dientes. El herpes suele traer aparejadas infecciones bucales y dos de los cadáveres antiguos presentaban enfermedades en las encías. El tercero fumaba tabaco. La muestra más antigua procede de un hombre adulto encontrado en los Montes Urales, en Rusia y data de finales de la Edad de Hierro, hace unos 1 500 años.

Otras dos muestras son una mujer y un hombre procedentes de Cambridge (Reino Unido). La mujer se encontró en un cementerio anglosajón que data de los siglos VI-VII de nuestra era y que está situado a unos kilómetros al sur de la ciudad. El hombre, por su parte, es un adulto joven de finales del siglo XIV que sufrió terribles abscesos dentales y que fue enterrado en los terrenos del hospital de caridad de Cambridge, que más tarde se convertiría en el St. John’s College.

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Finalmente, la última muestra es de un varón adulto joven, ferviente fumador de pipa de arcilla, que se encontró en Holanda. Muy probablemente murió en un ataque francés en 1672.

«Examinamos muestras de ADN antiguas procedentes de unos 3 000 hallazgos arqueológicos y sólo obtuvimos cuatro coincidencias con el herpes», explica la doctora Meriam Guellil, coautora del estudio, del Instituto de Genómica de la Universidad de Tartu.

«Al comparar el ADN antiguo con las muestras de herpes del siglo XX, pudimos analizar las diferencias y estimar una tasa de mutación y, por consiguiente, una cronología de la evolución del virus», dijo la Dra. Lucy van Dorp, coautora principal, del Instituto de Genética de la UCL.

La Dra. Christiana Scheib, coautora del estudio, es investigadora del St. John’s College de la Universidad de Cambridge y directora del laboratorio de ADN antiguo de la Universidad de Tartu: «Todas las especies de primates tienen una forma de herpes, por lo que suponemos que ha estado con nosotros desde que nuestra propia especie salió de África». «Sin embargo, algo ocurrió hace unos cinco mil años que permitió que una cepa de herpes se impusiera a todas las demás, posiblemente un aumento de las transmisiones, que podría haber estado relacionado con los besos».

Los científicos apuntan que el primer registro conocido de besos se encuentra en un manuscrito de la Eda de Bronce del sur de Asia. Esta costumbre habría viajado desde Eurasia a Europa durante las migraciones. El propio emperador romano Tiberio trató de prohibir en su día los besos en los actos oficiales como manera de evitar la propagación de enfermedades, como por ejemplo el herpes. Sin embargo, durante la mayor parte de la prehistoria humana el virus del herpes simple se habría transmitido de la madre al recién nacido.

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Según la OMS, en la actualidad, dos tercios de la población mundial de menos de 50 años son portadores del virus del herpes simple. Generalmente esto no supone un problema más allá de las incómodas llagas que se forman en los labios. Sin embargo, el virus puede llegar a ser mortal si se combina con dolencias tales como la sepsis o la propia     COVID-19.

 

Referencia: Guellil, M. et. al. 2022. Ancient herpes simplex 1 genomes reveal recent viral structure in Eurasia. Science Advances. DOI: 10.1126/sciadv.abo4435

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